Los ibenses Juan Guillem, su hijo Toni y su hermano Rubén, emprendieron una expedición al Aconcagua a inicios de enero. Partieron desde Alicante el día 2 y aterrizaron en Mendoza (Argentina). Desde allí, se dirigieron en coche hasta Puente de Inca, la entrada principal del Parque Provincial Aconcagua. El día 4 comenzaron el ascenso al techo de los Andes, que con sus 6.961 metros sobre el nivel del mar es la cumbre más elevada de los hemisferios sur y occidental, y la segunda más prominente del mundo tras los sistemas del Himalaya y la cordillera del Pamir, en Asia Central.
Aclimatación
Para iniciar el proceso de aclimatación, el equipo formado por Juan, Toni y Rubén pasó un día en el primer campamento de aproximación, conocido como Pampa de Leñas, a unos 3.000 metros de altitud. Durante toda la expedición, contaron con el apoyo del guía Fernando Errekalde, un experimentado alpinista con ascensiones a cumbres de más de 8.000 metros. Al día siguiente, avanzaron hasta el segundo campamento de aproximación, Casa de Piedra, situado a unos 3.400 metros.
Tras cuatro días en el campamento base, Plaza Argentina, el equipo prosiguió su ascenso hasta el Campo 1, a unos 4.900 metros, donde permanecieron tres días más. En este tramo, estuvieron acompañados por un montañero de Jaca, quien, debido a dificultades de aclimatación, decidió dar marcha atrás. En ese punto, los tres ibenses se quedaron sin agua potable y tuvieron que buscar nieve para derretirla y así poder hidratarse y cocinar la comida liofilizada que llevaban. “Bebíamos entre cuatro y cinco litros de agua diarios para mantenernos bien hidratados, pero al llegar al Campo 1 nos quedamos sin agua. Teníamos que buscar nieve, derretirla y utilizarla para beber y calentar la comida”, explica Juan.
Cumbre
El equipo realizó el porteo hasta el Campo 2, a 5.500 metros, donde pasaron la noche antes de avanzar al Campo 3, conocido como Campo de Cólera. Desde allí, emprendieron el ascenso final a la cumbre a las 02:30 de la madrugada, alcanzándola alrededor de las 09:30, tras casi ocho horas de esfuerzo y 3,5 kilómetros de recorrido. Las condiciones meteorológicas fueron favorables, sin viento, aunque la abundante nieve dificultó la travesía. De las aproximadamente 60 personas que intentaron coronar el Aconcagua ese día, solo los ibenses y otro grupo de montañeros lograron culminar la ruta.
En el descenso, el equipo optó por la ruta 360°, que rodea la montaña en lugar de volver por el mismo camino. “Es una ruta muy bonita, ya que rodeas el Aconcagua en lugar de bajar por la ruta habitual”, comenta Juan Guillem. Tras pasar una noche de descanso, continuaron el descenso hasta el campamento base Plaza de Mulas, a 4.300 metros de altitud. Finalmente, emprendieron el regreso a Mendoza, dando por concluida una expedición que quedará en su recuerdo como una gran hazaña.