por Sergio Garfia C.
En medio de la trágica prolongación de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza, resulta alarmante la escasa reacción internacional y la persistente obstrucción de Estados Unidos a cualquier resolución de la ONU que condene las acciones israelíes. Más de cuatro meses han transcurrido desde el inicio de esta devastadora confrontación, y la comunidad internacional parece estar paralizada, incapaz de detener el sufrimiento de la población civil atrapada en medio del conflicto.
La reciente promesa de Israel de llevar a cabo una «poderosa» operación en Rafah ha elevado aún más la tensión en la región. La población de esta zona, que ya sufre intensos bombardeos, se encuentra en estado de alerta ante el anunciado asalto israelí. Es inaceptable que la mitad de los 2’3 millones de habitantes de Gaza estén atrapados en un enclave que se ha convertido en el epicentro de la violencia y la desesperación.
Resulta especialmente preocupante la falta de acciones concretas por parte de la comunidad internacional para detener la masacre en Gaza. Mientras algunos líderes europeos expresan su preocupación por el incumplimiento del derecho internacional por parte de Israel, las medidas reales parecen estar ausentes. El presidente de España, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, en una carta enviada a Ursula Von der Leyen, le recuerdan que el acuerdo con Israel se basa en el respeto a los derechos humanos y reclaman la reacción de la comunidad internacional ante los ataques indiscriminados a la población civil. La Comisión Europea debe ir más allá del simple acuse de recibo y tomar medidas urgentes para abordar esta situación.
Es evidente que Estados Unidos ejerce un veto sistemático en la ONU para proteger a Israel de cualquier condena internacional. Esta realidad política representa un obstáculo significativo para la búsqueda de soluciones pacíficas y justas en la región. La comunidad internacional debe cuestionar y abordar este patrón de comportamiento que perpetúa la impunidad israelí y debilita la autoridad de las instituciones internacionales.
La violencia que se extiende al Líbano como consecuencia de los ataques israelíes también merece una atención urgente. La pérdida de vidas humanas y el sufrimiento de la población no pueden pasarse por alto, y la comunidad internacional debe actuar de manera decisiva para poner fin a la escalada de hostilidades.
Es hora de que la comunidad internacional deje de ser cómplice del sufrimiento en Gaza y adopte una postura firme contra las violaciones del derecho internacional. La ONU debe ser un espacio donde se permita la condena de cualquier parte involucrada en violaciones flagrantes de los derechos humanos, como lo es también, nadie lo discute, el terrible terrorismo de Hamás. Estados Unidos debe reconsiderar su posición de veto y permitir que se tomen medidas adecuadas para proteger a la población civil en Gaza.
La inacción y el veto sistemático solo prolongan el sufrimiento de los inocentes. Es el momento de que la comunidad internacional se una en la búsqueda de una solución justa y duradera, y de romper el silencio que permite que esta tragedia continúe.