En valencià, en castellà… «cascú és cascú»
Con lo que me repatea la imposición de la libertad (sí, parece una paradoja, ya lo sé) en la economía, donde la abrumadora mayoría de expertos y analistas nos repiten una y otra vez que lo más «dinámico» y eficiente para todos es dejar que cada uno haga lo que le dé la gana, en cambio cuando hablamos de la cultura y los idiomas, ahí no hay manera de encontrar el libre albedrío.
El valencià es una riqueza del patrimonio de todos nosotros. Indudable. La mejor manera de que no se pierda y de que se enriquezca con los matices locales, el léxico que queda en la memoria de nuestros mayores, consiste en enseñarla en la escuelas a las nuevas generaciones de alicantinos, valencianos y castellonenses. Y a quien quiera, venga de donde venga, faltaría más.
Por eso, la asignatura de Valencià -con mayúsculas- tiene que ser obligatoria en esta región, comunidad, autonomía, como cada uno quiera llamarla. Todos los niños tienen que aprenderla, tal como se ha posicionado el nuevo conseller de Educación, José Antonio Rovira. Sí, un dirigente del PP con el que estoy completamente de acuerdo en su planteamiento. Ojalá dé el paso y acabe con la exención de esta materia en las zonas de predominio castellanohablante, una aberración más que un derecho. Pero eso no quita para que la política de Compromís imitando la mal llamada «inmersión lingüística» perpetrada en Catalunya sea un disparate totalitario: su único fin es la sustitución del castellano por el valenciano, siempre y todo lugar.
Com diem per la nostra comarca de la Foia de Castalla, especialment en la capital histórica, «cascú és cascú!» ¿Tanto cuesta dejar a cada cual que hable y se exprese cómo quiera? Y que cambie de idioma según el momento, si le apetece… Esa naturalidad bilingüe de nuestros pueblos también constituye una gran riqueza cultural, amén de una especie de «gimnasia mental» saludable, porque los científicos han constatado hace tiempo que las personas políglotas gozan de mejor salud cerebral y ahora incluso dicen que tienen menos papeletas para sufrir deterioro cognitivo temprano, o sea, enfermedades de la edad como la demencia, que tardarán más en llegarles.
En las zonas castellanohablantes, al estar exentos los escolares de la asignatura de valenciano, los nacionalistas dels «països catalans» encontraron el subterfugio de meter una cuota para que se estudien otras materias troncales, no lingüísticas, en valenciano. Otro disparate: no estás obligado a aprender valencià como lengua, pero las Matemáticas te las enseñamos en valenciano (per collons…).
En vez de ese absurdo, lo que debería hacerse en la materia de lengua valenciana es incorporar a cierto nivel, en la recta final del Bachillerato, vocabulario específico de todas esas áreas de conocimiento (Matemáticas, Historia, Filosofía, Física…) De todo. Y en cualquier caso, desde el minuto 0, que cada familia elija la lengua vehicular en que aprenden sus hijos (valencià o castellà, la que prefieran). Si hay comarcas y zonas donde no hay suficiente población para tener dos centros, uno de línea en valenciano y otro en castellano, que se repartan en el mapa a demanda. Primero se hace un sondeo entre las familias y luego se habilitan los colegios e instituto en función de esas solicitudes.