
¡Que te voten en Torre Pacheco, Ayuso!
Quién no recuerda la gracieta de nuestra Antoñita la Fantástica, esa afirmación tan ocurrente –para quienes tengan tan mal gusto como ella– de “Que te vote Txapote”, que tanto gusta cacarear a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso. Se supone que al presidente Perro Sanxe, como llegó a la Moncloa con votos de Bildu, pues ya está justificado el disparate de ligar su poder con uno de los terroristas más sanguinarios, impresentable desde cualquier punto de vista porque, para empezar, desarrolló toda su ¿carrera? de “liberador” de Euskadi en tiempo de democracia. Nada de excusas de lucha contra la dictadura franquista.
Pues si uno hace un paralelismo, ahora le podría soltar a Ayuso algo así como “que te voten en Torre Pacheco”, o más concretamente, los energúmenos que han ido allí a montarla. De forma análoga a la ‘txapotada’, convendría recordarle a la dirigente madrileña que ella alcanzó el poder en 2019 a pesar de perder las elecciones y apoyarse en los votos de Vox. Con una diferencia en comparación fundamental con Bildu: ETA hace 15 años que no existe, por mucho que algunos la tengan en la boca casi a diario. En cambio, los brazos en alto, las soflamas nazis y la “caza al magrebí” están más vivos que nunca desde la Transición del 78. La violencia deslegitima a quien la utiliza en un sistema democrático y también está tipificado como delito hacer apología para que otros recurran a la fuerza. Que se lo pregunten a algún bocazas ¿rapero? que defiende cierta izquierda, el fugitivo de la libertad de expresión, menudo menda.
En el colmo de la jeta, Antoñita la Fantástica ha culpado de los altercados protagonizados por un puñado de energúmenos en el municipio murciano al Ejecutivo central. Cómo no. “Siempre que gobierna la izquierda crece la inseguridad”, se ha soltado con todo el cuajo. Meses y meses de bulos –incluido el vídeo de la agresión al anciano, el detonante/excusa para la gentuza– y de calentar a mentes estrechas con el discurso de que los inmigrantes son delincuentes por naturaleza, pero ahora todo viene porque el ministro Marlaska no ha hecho los deberes.
Luego aparecen en escena los “moderados” del PP que se han puesto equidistantes con la tesis de que el polvorín de Torre Pacheco se ha encendido por radicales de uno y otro signo, cuando resulta evidente de qué palo van –nunca mejor dicho– los que han tomado las calles. Recuerdo al irrepetible Alfonso Guerra (por suerte) haciendo campaña electoral en los años 90 contra el PP con aquel infame mensaje de que venía un dóberman personificado en Francisco Álvarez Cascos. Aquel argumento zafio para descalificar al adversario político, buscando el miedo a la ultraderecha cuando aún no tenía DNI, ahora parece infantil, tres décadas después, con un partido abiertamente partidario del caudillo, antidemócrata como Vox, gobernando en las instituciones y jaleando la xenofobia. Hasta que se materializa en escenarios para el olvido como Torre Pacheco. Ya no son ocurrencias de la “izquierda” dentro del PSOE: el dóberman se ha hecho pit-bull, por lo menos. Con lo que a mí me gustan los perros, bien educados por sus dueños para ser el mejor amigo del hombre.