La problemática de la vivienda en Ibi se asemeja a lo que está ocurriendo en el resto del país, tal y como confirman voces del sector inmobiliario local.
La escasez de oferta en alquiler está empujando al alza los precios, lo que lleva a muchos inquilinos a optar por la compra como solución a medio plazo. Este fenómeno, unido a las condiciones actuales de financiación, está reactivando el mercado de compraventa, explica Iván Rojas, gerente de Inmobiliaria Rojas.
En el caso de los jóvenes, existen ayudas como los avales ICO del Estado o de la Generalitat Valenciana que facilitan hasta el 100% del valor de la vivienda para determinados perfiles, lo que permite acceder a una casa con apenas 20.000 euros ahorrados. “Como los tipos de interés tampoco están altos ahora, pues te compensa comprar una vivienda de 100.000 euros a pagar un alquiler de 600”, explica Rojas.
En cuanto a la escasez de vivienda en alquiler, la falta de confianza legal de los propietarios es uno de los frenos importantes. El miedo a impagos, ocupaciones o largos procesos judiciales provoca que muchos mantengan sus viviendas vacías, y aunque existen soluciones como los seguros de impago, el desconocimiento o la desconfianza siguen predominando.
Sin embargo, la escasez de oferta también se está dando en la vivienda de segunda mano. Rojas explica que se está produciendo un fenómeno curioso y es el auge de la compra de viviendas antiguas en el casco urbano para uso lúdico durante las fiestas locales. Casas que se adquieren a precios económicos, “que están dentro del recorrido de las fiestas de Moros y Cristianos y de la Cabalgata de los Reyes Magos y que se buscan para tener un sitio donde descansar un poco, si son festeros, donde cambiarse, maquillarse, invitar a algunos familiares o amigos…”.
Sin embargo, este tipo de adquisiciones, aunque dan salida al mercado de casas antiguas, no están resolviendo la necesidad de vivienda habitual y, si a esto se suma que apenas quedan viviendas de segunda mano, las que aparecen rápidamente se revalorizan, impulsadas por la subida generalizada de los materiales y las exigencias normativas en obra nueva, indica el gerente de Inmobiliaria Rojas.
Las casas de campo también han duplicado su valor desde la pandemia, especialmente aquellas que cuentan con suministros básicos. Por su parte, construir en suelo rústico se ha vuelto inviable para muchos, ya que se requieren parcelas de al menos 10.000 metros cuadrados, con un precio que puede rondar los 70.000 euros solo el terreno.
Tampoco hay demanda
En el mercado de obra nueva, la situación también es compleja.
El constructor Juan Antonio Parra reconoce que no hay oferta de pisos, pero explica que tampoco hay demanda. La capacidad de ahorro sigue siendo un obstáculo, sobre todo para la gente joven, una cuestión clave que se une a la “necesidad de inmediatez y la incertidumbre laboral” que tienen estas nuevas generaciones, según Parra.
Ante ello, se decantan por el alquiler y, por otro lado, hay personas que, ante la baja rentabilidad que ofrecen las entidades bancarias, la tendencia es adquirir viviendas de segunda mano y ponerlas en régimen de alquiler.
Esta dinámica está disparando el precio de los pisos usados, que entra en competencia directa con la obra nueva.
Juan Antonio Parra indica que la rentabilidad en Ibi es muy baja porque pisos con las mismas calidades e incluso con menos metros cuadrados, se venden en la capital y en la costa un 400% más caros.
Explica que el sector está sujeto al Código Técnico de Edificación (CTE), que es el marco normativo por el que se regulan las exigencias básicas de calidad y seguridad de los edificios, y un panorama inflacionista debido a la subida del precio de los materiales, a la escasa mano de obra y a la falta de ayudas y de suelo. “Los precios no van a bajar, ni en este sector ni en ningún otro, y nuestro dinero cada vez vale menos”, afirma el constructor.
Por lo que respecta al suelo, es escaso y muy caro. El valor de los terrenos en Ibi se sitúa ahora en los 500 euros el metro cuadrado, en lugar de los 200 o 300 en los que tendría que estar, opina, y esta falta de oferta está agravando la situación. “En Ibi no se urbaniza desde hace 20 años y las parcelas en el Alamí se venden a precios prohibitivos, como 700.000 euros por 2.500 metros cuadrados, porque los propietarios no quieren perder el dinero que invirtieron en aquellos años de burbuja inmobiliaria”.
Todo este panorama, unido a la nueva subida de las tasas de construcción que se avecina, indica, están constriñendo el mercado. Aun así, cree que la construcción de obra nueva en Ibi está bien, en función de la demanda que existe. Y señala que es una buena opción de compra para los jóvenes, porque durante el transcurso de la ejecución de las obras se va dando dinero a cuenta, lo que facilita después acceder a un crédito hipotecario por el importe restante.
Juan Antonio Parra cree que es urgente aprobar un Plan de Vivienda y otorgar ayudas directas, como antes, para la compra de vivienda. Por su parte, Iván Rojas opina que es necesario defender legalmente más al propietario, para que afloren los pisos de alquiler.
Precios disparados
En los últimos años, el precio del suelo y de los pisos en alquiler se ha disparado. En el mapa interactivo del diario El País se refleja esta tendencia por barrios. Así pues, en el barrio Mirasol la subida ha sido del 66% en alquiler y el metro cuadrado ha pasado de 2,74 euros en 2015 a 4,55 en 2025.
En el Alamí, el alquiler se dispara al 90% y en la zona centro, sube un 59%. Otros barrios tensionados son La Dulzura, con subidas del 55% en el alquiler, y la Ciudad Deportiva, con un aumento del 47%.