Opinión

Cuánto ‘paliza’, con la baliza


Apuesto a que más de uno ya está harto, al igual que yo, de tanto ‘paliza’ pegando la brasa con la baliza. Llevamos semanas que es un no parar con una legión de auténticos predicadores que nos alertan de la “gran estafa”, el tremendo “engaño” de esta obligación de llevar el cacharro medio luminoso que no sirve para nada y sólo persigue pegarnos el sablazo. Recaudación de impuestos y negocio redondo para algún listo, amigo del Gobierno y de Perro Sanxe, para más señas. A mí, que tengo la manía de taparme los oídos cuando hay mucho ruido, abstraerme del barullo y tratar de analizar las cosas con la mente fría y, sobre todo, siendo muy práctico, me parece totalmente disparatado el revuelo que se ha montado.

Qué quiere usted que le diga, entre sacar el brazo por la ventanilla del coche, pegar un aparato del tamaño de una manzana en el techo y escapar por el asiento del copiloto (haciendo contorsionismo, por mi sobrepeso) para ponerme a salvo detrás del quitamiedos, y -en cambio- buscar en el maletero los triángulos, caminar por el arcén unas decenas de metros con el alma en vilo mientras veo pasar a los otros automovilistas a 120 km/h, primero delante y luego detrás de mi vehículo… Pues me convence más esa especie de piloto a lo Starsky y Hutch.

“Es que no tiene visibilidad, ni de día ni de noche…” Pues claro que no, por desgracia hay atropellos hasta de agentes de la Guardia Civil de Tráfico y de trabajadores del mantenimiento de carreteras o los vehículos de emergencias, que utilizan dispositivos luminosos infinitamente más potentes que la baliza. Y como decía el chiste o chascarrillo en la memoria de todos nosotros, los gañanes: “Si no has visto el coche, ibas a ver tú el trapo rojo…” Así que me quedo con el consejo del (a menudo) sabio influencer Basilio Aragón, el Camionero Ácrata de Teis, que recomienda guardarse los triángulos y utilizar las dos cosas. Aunque por autopista, directamente me paso a la baliza nada más, porque la única ocasión en que tuve que colocar los soportes de color rojo en el arcén, me pilló en una de esas vías rápidas y me impresionó lo cerca y lo raudos que pasan de uno los otros vehículos. La sensación de velocidad al volante no tiene nada que ver con la percibida desde la óptica del peatón.

¿Qué función cumple realmente este nuevo “invento del Maligno”, léase Pere Navarro, el director de la DGT? Pues parece que envía un aviso automático a la red de las pantallas de la autopista y alertan a los otros conductores de que estamos parados unos kilómetros después, entre otros medios. No sirve para que nos envíen en nuestro auxilio a nadie de emergencias, a través del 112, porque si se conectara cada baliza cada vez que la encendemos, seguramente se montaría un circo de falsas alarmas. Igual que si las alarmas del hogar o de las empresas estuvieran conectadas a la Policía, como nos venden engañosamente las compañías que las venden contra ladrones y ‘okupas’, cómo no. Y supongo que otra función del chisme medio-luminoso consistirá sencillamente en distinguir a quien sufre una avería de quien se apea del coche sin más, por una razón injustificada o porque lo han secuestrado, vaya usted a saber.

En cuanto al jugoso negocio, pues espero que le aproveche al guardia civil (¿o fueron dos?) que inventó el ‘juguete’, con su mejor intención y movido únicamente por la experiencia de años de asistencia en carretera. Y ya se sabe que en la Benemérita predominan los rojos bolivarianos, qué le vamos a hacer, seguro que gracias a eso se ha llevado la contrata de este Gobierno social-comunista. Encima, menudo abuso, vale como 40 o 50 euros la broma y para tenernos geolocalizados, qué atentado a nuestra libertad. Eso sí, nos gastamos mil y pico euros en un buen móvil con el que saben hasta qué compramos o de qué hablamos en privado, las 24 horas (la baliza sólo se conecta a las redes cuando la enciendes). Última hora: en plena polémica, el director de la DGT ya ha anunciado que van a ser “flexibles” con las multas por no tener la baliza. En fin, hasta la seguridad vial proporciona munición a muchos para dedicarse al deporte más de moda: despotricar para ver si hay un cambio en la Moncloa, ya de una vez.

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