
Apaga y vámonos, que los bulos no se apagan
Hay cosas que no se apagan ni con un apagón. Como los bulos contra todo lo que huela a Perro Sanxe. Supongo que a usted también le habrán llegado algunos vídeos rescatados convenientemente de cuando había debate sobre si las fechorías del energúmeno Putin –invasor de países– podían causar un apagón energético, a cuenta de la dependencia de ciertos países del gas ruso. Está claro que eso poco tenía que ver con una avería insólita del sistema eléctrico en la Península Ibérica y parte de Francia, pero qué más da, toda mierda hace pared, en esta época que nos ha tocado de mentirosos informadores de idem (de mierda).
Ya nos aclararán algún día qué ha podido ocurrir para que se esfumen en cinco segundos 15 gigavatios de la red, nada menos que el 60% de la demanda en ese momento. Curiosamente –o no tanto– apuntan algunos al instante a que la culpa fue de la fotovoltaica, lo que me suena más o menos a que la culpa fue del cha, cha, cha, como cantaban los recordados Gabinete Caligari. Desde la más absoluta ignorancia de cuestiones técnicas, pero con la lógica más simplista: ¿Se “apagó” el sol en cinco segundos? Que me lo expliquen. En general, ha sido cosa de las renovables. Claro. Y también ha reverdecido oportunamente el debate de la moratoria a las nucleares. Blanco y en botella. Aprovechando que se fue la luz, salen los “iluminados” a decir que las placas solares y los “molinos” eólicos son “inestables” y por eso falló todo… en cinco segundos, muy creíble.
Y si Red Eléctrica suena a empresa “pública”, pues para qué vamos a complicarnos más: ya se sabe, todo lo público funciona mal, mientras que las privadas, como la seda. Aunque esa compañía casi “soviética” tenga sólo un 20% de participación estatal (¿y el otro 80% mayoritario, quiénes son?) y se encargue únicamente de la red, de las instalaciones (o casi ni eso, porque en nuestra zona las redes son de Iberdrola, por ejemplo), mientras que quienes suministran la energía y la distribuyen/comercializan son todas privadas. Privatizadas hace tiempo, para más INRI. ¿Por eso son sospechosas? Para nada, pero después del apagón, parece que las tarifas de luz se dispararon un 450% y si al final consiguen el aplazamiento del cierre de las centrales nucleares, me da a mí que van a compensar más que de sobra las pérdidas de esas horas sin consumo, cuando se fueron los plomos. Un boicot intencionado o una avería por concatenación de casualidades, y hasta el ciberataque que se ha descartado, tanto da, el caso es que algunos nunca pierden.
Y vistas las jugarretas del pasado, con pantanos medio secos para que sus centrales hidroeléctricas no pudieran generar nada, la especulación continua por múltiples factores como la guerra en Ucrania, los vaivenes del precio del petróleo y un largo etcétera, pues a uno le da por pensar cualquier cosa de estas empresas gigantes y poderosas. Como casi siempre, sin creer en una única solución milagro, seguro que ayudaría mucho contar de nuevo con al menos una sola compañía pública de un bien básico como la electricidad para garantizar el servicio —a precio tasado, ojo, como el de la bombona de butano— y dejar coexistir a otros operadores privados para que cada uno pueda elegir.