
Esperpéntico
Bajo esa apariencia paternalista que, para algunos, despierta la presencia y las soflamas incendiarias que suelta a modo de exabruptos muy bien calculados, el vocero y secretario del PP, Tellado, vuelve a la carga. Y no se le ocurre otra cosa que atacar, una vez más, al presidente Sánchez. En esa calentura mental de odio y revancha que destila, llega a llamar “a cavar la fosa donde reposarán los restos del Gobierno”. Todo un encubrimiento de esa violencia que muchos en la derecha y su ultra sostienen con vehemente energía, de palabra o de hecho. Mal, muy mal vamos, cuando este PP de Feijóo ha terminado por parecerse –hasta mutar plenamente y sin lugar a dudas– en una copia exacta, a imagen y semejanza de Vox. Cuidado, mucho cuidado con esa aspiración necia.
Repito, es tal el ansia y la desesperación que anida en el PP, que necesitan, a modo de caramelito con el que calmar su crispación, el avance de los casos judiciales que afectan al PSOE o al entorno familiar de Sánchez. Aguardan ver a Begoña Gómez sentada en el banquillo. Ya veremos si este es el último curso político de Sánchez o no; de momento, no queremos ni a la ultraderecha ni a su homólogo, el PP. Y aún así, estas señorías del PP se creen y llaman demócratas. Hablan de fosas y luego critican a quienes, en cumplimiento de la Memoria Histórica, tratan de buscar, exhumar y devolver a sus familiares los restos de todos aquellos que, asesinados y torturados, les fueron arrebatados. La vida política del PP de Feijóo discurre paralela a la de Vox. Les consume el resentimiento y la rabia de ver cómo la izquierda maniobró mucho mejor que ellos. Tellado deja vagar su pensamiento.
Personajes, al fin y al cabo; otros los tildarían con cualquier otro adjetivo peyorativo y descalificativo. Pero, en realidad, Feijóo no pasa de ser un cantante de karaoke, un imitador de las consignas de Vox y de su lideresa actual, Ayuso. Por cierto, también le gusta “la fruta” e insultar a Sánchez: cuanto más, mejor. Todo un imitador de las malas acciones de los ultras y de esa otra ultra, Ayuso. Se camufla y, cuando se deja ver, nos sorprende con su ridícula sobremesa facha de bar, cantando desde un karaoke. Antaño nos enseñaban qué es la mala educación; pero en la fachosfera de Feijóo y Ayuso, eso de “me gusta la fruta” se convierte en motivo de orgullo.
Y me pregunto: ¿qué sería de esta clase maleducada de la derecha política si dejasen, por un momento, de insultar y calumniar? No, ni Ayuso ni Feijóo son pragmáticos. El sol del día proyecta sus alargadas sombras, como si sintieran un vacío en el estómago cuando pasan un solo día sin insultar. Feijóo ya no es capaz de captar el pulso de este tiempo. Prefiere los modales huraños de Abascal y Ayuso antes que extender sus brazos en pos de la libertad. Esperpéntico.