
‘Pepito Colau’, un hombre bueno
Era de amanecida el miércoles 12 de marzo cuando, en su cama, a punto de despertarse, dejaba este mundo José Nicolás Martínez Valls, Pepe, Martínez o Pepito, como la mayoría le conocían. La sorpresa de todas las personas que vinieron a darnos sus condolencias era mayúscula, ya que hasta el día anterior le habían visto dando un paseo, haciendo la compra o realizando su sagrada caminata diaria, como siempre, de la mano de su amada Loli. Y, unida a la sorpresa, todos nos expresaban el sentimiento de pérdida propia porque mi padre ha sido, en esencia, un hombre bueno.
Explicar aquí sus inicios como periodista aficionado, fundando el primer periódico local, INQUIETUDES, allá por los años 60, sus 27 años en la Asociación de Reyes Magos, la fiesta que amó, mimó y que nos inculcó hasta las entrañas: “Preservad la magia”, nos repetía. Sus colaboraciones con diferentes organizaciones sin ánimo de lucro. Sus años dedicados a su amado Asilo San Joaquín, incluso hasta en plena pandemia, desviviéndose y sufriendo como propias las dificultades financieras de esta entrañable entidad. Su breve periodo como concejal de 1983 a 1987, siendo el único edil de la oposición al que el entonces alcalde Vicente García ofreció un puesto en la junta de Gobierno, a pesar de contar con mayoría absoluta, sabedor del talante conciliador de mi padre, que amablemente declinó por respeto al partido y honrando la caballerosidad y educación que siempre le caracterizaron.
Estuvo en la directiva del Rayo Ibense en su ascenso a 3ª división (cuando la 3ª equivalía a la posterior 2ª B). Recuerdo cuando era niño los periplos acompañando al equipo por toda la comunidad, ya que mi padre hacía luego la reseña para el diario La Verdad de Alicante, y cómo al llegar a casa, en ese teléfono supletorio que teníamos en el comedor, transmitía en directo y por teléfono el resumen del partido para la Cadena Ser de Villena. Todo del tirón, sin titubear, sin prácticamente un papel. Otros niños admiraban a los futbolistas o actores de moda. Mi ídolo era, es y será mi padre.
Luego, además, tuve la suerte de compartir despacho y de continuar su negocio. Aún recuerdo lo henchido de orgullo que estaba de tener ahora también a su nieto en el nuevo despacho, que aún pudimos inaugurar con directivos de Zúrich, haciéndole un sencillo reconocimiento.
Pero todo lo anterior son anécdotas, trayectoria vital, personal y profesional. Por lo que le queremos, le querremos y le recordaremos es por el extraordinario ser humano que hemos tenido la suerte de compartir. La bondad, la ternura y la educación infinitas. Hizo del verbo DAR su santo y seña. Su fe, su devoción a la Virgen, su amor por su familia, su esposa, sus amigos y su comparsa fueron su manera de conducirse por la vida. Dando ejemplo, siempre con la palabra amable, con la mirada afectuosa.
Gracias a todos y todas los que nos habéis trasladado vuestro afecto y aprecio por Pepe Martínez. Hasta sempre, PARE, mi amor, mi vida, mi sangre.