Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
Supongo que nos acordamos todos de quién hizo la afirmación, jaleada entre ovaciones. Sí. Isabel Díaz Ayuso. Una auténtica oda liberal que suena tan bien... Si fuéramos todos angelitos, pacíficos, incapaces de hacer daño al prójimo, honrados, cabales en los negocios y cumpliendo como trabajadores. En una sociedad utópica como esa -con la que yo sigo soñando- en realidad no harían falta policías, ejércitos, ni forma alguna de autoridad, ni siquiera leyes, que las escriben los hombres.
En un paraíso de seres bienintencionados, el sentido común regiría la convivencia y la libertad sería hacer lo que nos dé la gana. Porque nos daría siempre gana de hacer el bien. En cambio, después de saber los tejemanejes del hermano de Ayuso, o el primo del alcalde José Luis Martínez Almeida, me asalta la duda de si lo de la libertad iba por ahí. En cualquier caso, estos chanchullos y estafas reconocidas al erario público ya deberían ser razón suficiente para revisar el concepto de liberalismo que se gastan estos políticos. No hay otra que establecer controles en todas las operaciones con dinero público, por mucho que los quieran eliminar porque es “intervencionismo”.
Entre estos dos escándalos hay, además, un nexo en común: tienen toda la pinta de haber salido a la luz público por fuego amigo, por un filtración interna del PP. Con Ayuso es más evidente, hubiera o no detectives por medio, está claro que Pablo Casado quería neutralizar a toda costa a la lideresa madrileña que le estaba eclipsando y aspira a llegar a lo más alto, a Moncloa. Y ahora con Almeida, igual de sospechoso me parece que se haya sabido todo precisamente ahora, cuando llevaba meses cociéndose en los juzgados. La víctima del primer caso se puede haber convertido ahora en verdugo de su compañero. Una maniobra para matar dos pájaros de un tiro: se habla más del alcalde que de la presidenta y, llegado el caso, su partido lo sacrifica, porque carece del carisma y la proyección de Ayuso (no nos olvidemos que Almeida perdió las elecciones, solo cogió la vara de mando juntando los votos de Cs y Vox). De esta forma, los populares podrán sacar pecho de que limpian la corrupción, y ya que nadie se acuerde del hermanísimo que igual valía para energías renovables que para mascarillas con sobreprecio.