Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
Nunca vi un hombre con tantas agallas. La frase épica de algún western le viene como anillo al dedo al ya expresidente Pedro Castillo en Perú. Según la mayoría de los titulares e informaciones que han cruzado el Atlántico hacia nosotros, este dirigente ha intentado dar un golpe de Estado. Reconozco que estaba yo ajeno a la actualidad política de ese país tan hermoso y de Naturaleza espectacular, por lo que pensé inicialmente “vaya, otro dictadorzuelo vocacional que quiere imponer su ley en Hispanoamérica, hay cosas que no cambian…”
Pero vi de refilón la noticia en À Punt (les recomiendo nuestro canal de televisión en valencià, vale la pena) y el relato cambiaba sustancialmente: “el president Castillo va intentar aprovar l’Estat d’excepció…” Más o menos esa era la narración de lo que había ocurrido en Perú. El Estado de excepción, igual que el Estado de sitio, están contemplados en la mayoría de los cuerpos legales de los países democráticos, en España también. Durante la pandemia, sin ir más lejos, estuvimos confinados todos por el coronavirus en aplicación de estas normas para situaciones excepcionales de inseguridad. Luego, algunos abogados dignos herederos de la Inquisición convencieron a jueces sensatos -gente de bien- de que era ilegal y no había para tanto, solo estaban muriendo cientos de personas a diario, pero ese es otro tema.
Volviendo a las circunstancias peruanas, resulta que Pedro Castillo supuestamente ha tratado de perpetrar un golpe de Estado él solito, sin apoyo de militares ni mucho menos de los poderes económicos. Ni Rambo se hubiera atrevido a tanto. El superhombre ha terminado capturado como un “ratero” en plena calle, tal como lo describió uno de los ¿periodistas? más famoso en este país, que desde su canal de televisión arengó a las masas para que bloquearan el paso del coche oficial y así evitar que se refugiara a la Embajada de México u otro departamento consular, si es que estaba pensando en darse el piro.
Desde luego, los dictadores bananeros ya no son lo que eran… A Nicolás Maduro se le proclamó presidente un adversario político -Juan Guaidó- que decía tener mayoría en la Asamblea Nacional. ¿Desde cuándo un tirano admite elecciones no manipuladas para ganar él siempre? Ahora a Pedro Castillo, su Parlamento lo declara “incompetente moralmente” para seguir gobernando y lo echa a patadas para meterlo en la cárcel.
Por si no fuera suficiente con que un tal Fujimori reescribió a la carta la Constitución peruana en los años 90 para que la Cámara de diputados pudiera quitar a voluntad al presidente de turno (llevan unos cuantos en solo cinco años), tenemos que tragarnos la propaganda mediática de que este último defenestrado iba a dar un golpe de Estado… armado con un tirachinas y bolitas de papel, supongo. A ver si en el fondo de todas estas mentiras lo único que hay es racismo porque ganó las elecciones un “cholo” (mestizo indio-blanco) que, para más INRI, dice ser de izquierdas. Otra cosa es que demuestre con sus políticas si tiene conciencia social y de redistribución de la riqueza. Por si acaso se le ocurría esa locura, no le han dejado ni tiempo de hacerlo.