Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
Inquietante. Uno quiere pensar que por muchas vicisitudes que tenga su vida, siempre estará ahí la Justicia como garantía, el árbitro siempre ecuánime y ponderado para el desenlace feliz o, al menos, razonable. Ya no estoy tan seguro. Durante la pandemia del coronavirus, me dejó estupefacto que las restricciones de movilidad y el resto de las medidas excepcionales para frenar el Covid-19 se ajustaban a la ley o no ¡según cada Comunidad Autónoma! Mientras para algunos tribunales superiores de Justicia esos decretos del Gobierno autonómico de turno estaban en orden, para otros nada de nada y tuvieron que anularse. Sin olvidar que el Tribunal Constitucional también se pronunció contra el confinamiento de la primavera de 2020 ordenado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Claro, no estaba justificada aquella alarma, total, solo morían cientos de personas a diario…
Lo que más mosquea es saber que aquel fallo (nunca mejor dicho) judicial se decidió por seis votos frente a cinco y a raíz de un recurso presentado por Vox. Claro, cuando vemos en perspectiva cómo se enroca el PP para no renovar los órganos de gobierno de los jueces con mil y una excusas, todavía da más que pensar este asunto. Teóricamente, ¿todos los jueces no deben ser imparciales y poco importa si nos sentamos en el banquillo ante el magistrado fulano o mengano? A la vista de todas esas precauciones en el ámbito parlamentario y político, parece que no.
Ahora, con la llamada ley del “sí es sí”, otra vez nos topamos con una disparidad de criterios preocupante. Hay audiencias provinciales que han instado a los juzgados de su jurisdicción a no revisar condenas a la baja de agresores sexuales, mientras otras abogan porque sí. ¿Se es menos delincuente en Cantabria que en Toledo, por ejemplo, habiendo cometido la misma fechoría? ¿Cómo se come eso en democracia? Para complicarlo más, la Fiscalía General del Estado también se pronuncia por mantener los castigos a estos degenerados, pero como esta institución siempre ha arrimado el ascua al Gobierno, queda sospechoso. Y la guinda es que todo depende, en última instancia, de que el Tribunal Supremo unifique criterios. No digo yo que la legislación y los textos jurídicos sean una ciencia exacta, pero estos tiene demasiados “decimales”, por hacer un símil.
Eso que nos cuentan en los informativos de la “interpretación” que los jueces hacen de cada norma, a fin de cuentas, convierte el ejercicio de la Justicia en una suerte de lotería, y desde el punto de vista de las víctimas, me parece descorazonador pensar que la sentencia va a depender de con quién te toque, qué juez decida en el litigio. Sobre todo, con personajes tan infumables como ese magistrado que difunde soflamas xenófobas y machistas en Facebook. El mismo que cuando le han pedido explicaciones por esos sonrojantes y vergonzosos comentarios en esta red social, se excusa en que le han hackeado la cuenta.., pero no la bloquea ni la da de baja.
Y para colmo, en este baile de penas de cárcel más o menos severas, si además tenemos de trasfondo a una “ministra roja” impulsora de una ley feminista y a una mayoría sociológica de jueces conservadores, pues “no hay más preguntas, Señoría”.