El papel de fumar es un producto que nos hemos acostumbrado a ver en infinidad de locales, formando parte de la vida de muchas personas. No obstante, poca gente sabe exactamente en qué consisten estos librillos y cuáles son los procesos de fabricación. Motivo por el que es conveniente analizar su composición en aras de determinar exactamente cuál es su origen; hablemos de la marca de la que hablemos. Un artículo que lleva un largo tiempo en el mercado y que se ha ido perfeccionando con el paso de los años, adquiriendo en el proceso todo tipo de formas y de tamaños.
El papel de fumar está alejado de la composición del resto de los papeles, algo que se puede apreciar a simple vista. Su apariencia es notablemente más fina; sin embargo, sí que podemos determinar que el origen es igualmente vegetal. En este sentido, los principales ingredientes de los papeles smoking, así como de muchas otras marcas son fibras vegetales que se extraen del cáñamo, los cereales, el algodón o, en determinados casos, el arroz y el lino. Dichas fibras se machacan para obtener la pulpa con la que posteriormente se fabrica el papel.
Si atendemos a la calidad del producto, es importante comentar que el ingrediente de la materia prima no varía en los resultados. Siempre y cuando provenga de elementos naturales como los previamente comentados, el resultado será muy similar. Motivo por el que lo más relevante a la hora de comprar un producto u otro es atender a la fabricación del papel y, sobre todo, a las características físicas del contenido del librillo. Este último aspecto puede cambiar drásticamente la experiencia del consumo de los papeles, motivo por el que toca comentar las principales características de un papel de calidad.
La porosidad es un elemento clave en el nivel del papel, repercutiendo en la combustión. Los aditivos químicos deben estar fuera de la ecuación, manteniendo siempre al máximo la velocidad de quemado más natural posible. En cuanto al gramaje, se recomienda evitar que sean demasiado finos; tratando de encontrar así formatos medianamente con mayor peso (siempre dentro de un orden). Por último, encontramos el engomado: esa pequeña franja de pegamento en el borde del papel. De nuevo, nuestro consejo es abogar por aquellas marcas que emplean gomas naturales para evitar el consumo de químicos en ningún caso.
Si nos paramos a analizar el origen del papel de fumar, debemos irnos al año 1150, en la región de Alicante. La fórmula vio la luz en esta ciudad para ir extendiéndose por todo el planeta, perfeccionándose siglo tras siglo hasta llegar a lo que es hoy en día. Ahora bien, a pesar de los cambios que se han ido generando con el paso de los años, el patrón de producción es el mismo que en el día uno.
El primer paso es extraer la pulpa de las materias primas elegidas, la cual se humedece y se estira. De este modo, se crean pequeñas hojas que se ponen a secar para, posteriormente, cortarse en los tamaños deseados. Listo: lo único que queda por hacer es empaquetarlos y distribuirlos en el mercado. Si bien es cierto que el núcleo de esta metodología es el mismo que se empleaba hace casi un milenio, lo que se ha perfeccionado es el sistema de trabajo para así obtener la máxima pureza en cada caso. Incorporando nuevos ingredientes para la extracción de la pulpa en aras de reducir costes y aumentar la producción.
Asimismo, hay que comentar que las grandes marcas han incorporado nuevos productos como los papeles ultrafinos, los de tamaño XXL o con ciertos aditivos que dan más rendimiento al papel e incluso cuidan de su estética. Sea como sea, lo más recomendable es quedarse con los artículos de índole orgánica que contribuyen al cuidado del consumidor y, por supuesto, al del medio ambiente.