Al final ha imperado el sentido común. Hace justo una semana que en este mismo espacio de opinión se ponía en tela de juicio la decisión de la delegación del gobierno en la Comunidad Autónoma de permitir la celebración de múltiples manifestaciones con motivo del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora. Tras analizar lo que previsiblemente iba a ocurrir, se ha optado por prohibir estas concentraciones. Y es que movilizar a miles de personas desde distintos puntos de la capital española para confluir en varias vías céntricas de la ciudad era, cuanto menos, arriesgado desde el punto de vista de la salud pública. Máxime cuando la comunidad vuelve a estar a la cabeza de contagios e ingresos de toda España.
Que nadie busque la criminalización del colectivo feminista ya que los mismos ministros y ministras socialistas que hace un año alentaban la participación ese día con su presencia, ahora lo desaconsejan de plano en el actual contexto. Es cierto que el derecho a la manifestación es un derecho constitucional, pero en estas circunstancias prevalece el derecho a la salud de todos. No hay medias tintas.
En un momento en el que el virus está dando un respiro a los hospitales, con la tercera ola arreciando, y las cifras de contagio disminuyendo, no se puede cantar victoria. Los errores del pasado deben servir como el mejor antídoto para elegir bien los próximos pasos.
La Semana Santa está a la vuelta de la esquina y parece que la experiencia ha hecho reflexionar a nuestros administradores públicos. Desde el inicio en marzo de 2020, se han ido sucediendo, una tras otra, decisiones equivocadas que no han hecho más que confirmar que no se puede juguetear con el Sars Cov-2. De ‘hemos vencido al virus’ a ‘salvemos la Navidad’ han surgido la segunda y tercera ola, respectivamente. Y ahora parece que el plan de contención de la enfermedad que se está elaborando tiene al menos un objetivo: Que todas las comunidades autónomas se pongan de acuerdo en las restricciones y no se convierta en un batiburrillo de medidas como en la fiestas navideñas que acabó con la compresión y la paciencia de los ciudadanos.
El Ministerio de Sanidad ha recomendado a las comunidades que mantengan los cierres perimetrales durante las próximas festividades, además de pedir a la reducción de la movilidad en todo el territorio español, especialmente a los estudiantes que deberían volver a sus lugares de residencia. Aunque datos sobre la incidencia acumulada en los dos últimas semanas den motivos para la euforia, no hay que caer en los mismos errores si no queremos experimentar una cuarta ola con todas sus consecuencias. La vacunación masiva y el climatología pueden ser los mejores aliados para superar esta guerra contra el virus, pero todavía hay que esperar.