Contra viento y marea, aunque adoptando las medidas pertinentes de seguridad, el Centro Cultural Salvador Miró de Ibi ha tenido el buen acierto de evitar que este año quedáramos huérfanos los adictos a esta rama de la interpretación en vivo: el teatro.
Hace unos días, tuvimos la dicha de matar el gusanillo con la obra “Trampa para pájaros”, del grupo Ayusteatro, dirigida por Tere Cerdá e interpretada por Chema Escribano, Pascuala Marchán y Felipe Navarro. Una obra seria, profunda, que nos pone ante los ojos un espejo en el que se reflejan con nitidez la frustración y el desengaño que la sociedad o, -tal vez nosotros mismos por formar parte de dicha sociedad- vamos desarrollando en nuestra alma, nuestro espíritu, o lo que sea que guía nuestro ser, acabando por sumirnos en la más negra desesperanza, cuando no en la tragedia.
El grupo Ayusteatro aprovechó este sustancioso guión, sacándole el máximo jugo con su excelente interpretación, algo que no nos sorprendió a quienes conocemos ya de antiguo la maestría y dedicación que brillan en todas las actuaciones de este grupo.
Yo quisiera ser experto en la materia para hacer una evaluación objetiva de “Trampa para pájaros”, pero algo me lo impide: mis conocimientos solo alcanzan a definir lo que me gusta y lo que no. Por lo que me limitaré a confirmar que la asistencia y disfrute de esta obra teatral supuso para mí una velada muy agradable, una bocanada de aíre fresco que desintoxicó mis pulmones, al menos por un rato, de la penosa situación que venimos padeciendo compuesta por restricciones, freno a nuestras libertades básicas y, sobre todo, por el tremendo desconcierto en que nos vienen sumiendo nuestros políticos con este bombardeo de informaciones contradictorias, en las que lo único que nos queda meridianamente claro es que esta desquiciada actitud nos induce a pensar que, más que en poner freno a esta calamidad sanitaria con sus inevitables consecuencias socioeconómicas, están perdiendo un tiempo precioso enzarzados en sus luchas partidistas, en las que unos acusan y otros tratan de defenderse como gatos panza arriba.
La sociedad, en el mundo en general y en nuestro país en particular, clama por que nuestros políticos, todos ellos, se ocupen en hacer cumplir los consejos de las autoridades sanitarias.
Como ese camino se presenta largo y farragoso, a la ciudadanía no nos queda más recurso que hacerlo más llevadero asistiendo a actos culturales que nos liberen, al menos en parte, de este estado de continua preocupación.