Por J. J. Fernández Cano, escritor
Nos cuentan que las cosas se están desarrollando razonablemente bien en lo que se refiere al ritmo de la inoculación de vacunas en nuestro país, así como que todo podría ir mejor de no ser por las dudas que se vienen planteando sobre la conveniencia o no de seguir empleando ya en su segunda fase la AstraZeneca, temiendo que se repitan casos de trombos ya sufridos en la primera fase. Esto, además del desconcierto que crea en las personas que ya han recibido su primera dosis de este laboratorio, origina un importante frenazo en el satisfactorio ritmo alcanzado.
Y lo chocante es que estas severas medidas se hayan adoptado en contra del criterio de casi el total de epidemiólogos y demás autoridades sanitarias expertas en la materia, que afirman que la mentada vacuna ha sido sometida a los pertinentes ensayos que garantizan su ínfima parte de riesgo para los vacunados, comparado con su alta efectividad contra el maldito bicho pandémico que tanto daño nos está causando.
Y algo que también llama la atención por su incongruencia, es la firmeza con que promete el presidente Pedro Sánchez poner fin a los cierres perimetrales entre las comunidades autónomas para favorecer a la hostelería con el turismo estival, una buena intención que le honra, puesto que vendría como agua de mayo a este sector tan castigado, pero una medida con la que no están conformes gran parte de las autonomías, ya que sus índices de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos no dan para relajar las medidas de seguridad que se están practicando. Ya tenemos suficiente experiencia sufrida en situaciones anteriores, para saber que bajar la guardia de forma prematura ante este implacable enemigo se paga con vidas humanas, por lo que antes de dar este paso, que a todos nos ilusiona, deben meditarlo y discutirlo bien Gobierno central y autonomías.
Hasta aquí, pese a los errores cometidos en este ya largo y angustioso año, las cosas, tanto por parte de las autoridades sanitarias como gubernamentales, se han desarrollado con bastante acierto, teniendo en cuenta la gravedad y desconocimiento del enemigo con el que nos enfrentábamos, con el que nos seguimos enfrentando, pero tanto en el proceso de defensa como en el de vacunación, siempre y en todo momento estuvo presente el enfrentamiento político, unos con el fin de salvar los muebles y otros aprovechando la situación de agobio para sacar tajada. Sé que suena a utopía (qué sería de mí sin utopías) pero ¿por qué no aspirar a que nuestros políticos, de la cuerda que sean, se unan en un solo frente ante una tragedia como la que estamos viviendo en vez de hacer de esta situación un conflicto político?