Por J. J. Fernández Cano, escritor
La justicia en nuestro país es lenta. Nuestro sistema judicial se ve forzado a sortear muchos escollos en forma de presiones de toda índole y la ya endémica falta de medios económicos para desempeñar su función como su vital importancia merece para una sociedad. Pero al fin llega, y en el caso, o casos que alberga el conocido como "Papeles de Bárcenas" se nos presenta como preludio de tormenta bien pertrechada de aparato eléctrico.
El ya veterano extesorero del partido del PP ha mostrado su decisión, firme y decidida al fin, de abrir la caja de los truenos, decisión que está quitando el sueño a mucha gente que ve como al castillo en el que han reinado y que creían inexpugnable, se le están estremeciendo los cimientos. Esta acción, que en lenguaje vulgar llamamos "tirar de la manta", en el caso que nos ocupa la manta se queda escasa, puesto que para haber estado tapando a la cantidad de altos cargos del PP implicados o sospechosos en este turbio asunto, se precisaría la lona de un circo.
Al actual partido del PP y los dirigentes que lo componen, esta situación los está poniendo contra las cuerdas, aunque no porque les haya cogido por sorpresa, ya que esta olla a presión se viene cociendo desde muchos años atrás y era previsible que habría de reventar, puesto que cada mes, cada día, se le iban añadiendo nuevos casos de corrupción, merced a las investigaciones realizadas y, en buena parte, por el ciego afán de sus mismos implicados por pretender tapar sus delitos con otros delitos aún más graves que los originales, como son la destrucción de pruebas recurriendo a métodos tan burdos como los que se han conocido y recurriendo a prácticas del más vil estilo mafioso.
Cada día que va pasando y las cosas se van empeorando, los miembros más destacados o representativos del Partido Popular, se nos muestran más afanosos en su empeño por poner tierra de por medio entre ellos y el PP de Rajoy, asegurando que el nuevo PP no tiene nada que ver con el anterior, y esto no llega a ser del todo cierto, puesto que todos sabemos que antiguos altos cargos del Gobierno de Rajoy continúan ocupando puestos de mucho lustre y poco esfuerzo.
Lo deseable para la ciudadanía, o al menos para los ciudadanos no del todo fieles a ningún partido, es que cada cual, sea del PP nuevo o viejo, pague sus culpas. Que la justicia, aunque no sea igual para todos como se suele decir, se acerque a esta máxima lo más posible.