Volvemos la mirada otra vez a la comarca porque no es muy habitual que tres municipios de la Foia de Castalla sean beneficiados con dinero público de la Generalitat Valenciana, concretamente a través del Pla Convivint desarrollado por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas. Un plan autonómico que pretende inyectar cerca de 560 millones en los próximos cinco años en todo el territorio valenciano creando 6.600 nuevas plazas públicas en residencias y centros de día, y que supondrá la contratación de unos 3.500 puestos de trabajo directos.
Esta inversión pública, que llegará de forma similar a Castalla, Ibi y Onil, pretende dotar a cada uno de estos pueblos de estas infraestructuras sociales cada vez más necesarias. En el caso de Ibi, el esperado geriátrico parece que empieza a ver la luz. Con el proyecto casi finalizado y su ubicación decidida, todo indica que el camino emprendido hace un par de años con la colaboración de todas las administraciones públicas, provincial, local y autonómica ha fructificado. No hay que olvidar que Ibi es la única población de la Comunidad Valenciana con más de 20.000 habitantes que no dispone de un servicio público tan esencial como este. La ausencia de una residencia de ancianos en la villa juguetera ha supuesto un verdadero calvario para muchas familias que, ante la imposibilidad del cuidado diario de sus mayores, han tenido que buscar alternativas que no siempre han sido las más deseadas, bien porque otras soluciones eran económicamente inviables o porque los afectados han tenido que ser trasladados a otras poblaciones alejadas de sus familiares.
Han sido muchos años de promesas fallidas en panfletos electorales, de desacuerdos entre distintas administraciones y de polémicas que solo han alimentado los intereses partidistas en cada uno de los ciclos por los que han pasado los políticos de turno desde sus respectivos sillones sin resolver este asunto. Ha sido más que lamentable comprobar cómo responsables locales de uno y otro color han jugado con el futuro y el bienestar de nuestros seres queridos más vulnerables, sin cerrar acuerdos para emprender esta infraestructura social y sanitaria en Ibi. Nunca se sabrá qué pasó cuando empresas privadas en la etapa de Maite Parra, hace más de 10 años, quisieron acometer este proyecto pero se toparon con el deseo de algún concejal que antepuso sus intereses personales al interés general. Eso quedará en los anales del olvido. Lo que ahora hay que aplaudir es este logro conseguido y desear que, tras este largo trayecto, el proyecto se llegue a culminar de una vez por todas. A la mayoría de los ciudadanos les será indeferente quién se anote el tanto, lo verdaderamente importante es que, por fin, Ibi tendrá un servicio social acorde con su nivel económico e industrial.