Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
Me pasma cada vez más como muchos se ponen las anteojeras ideológicas para no ver más allá de su nariz y sus siglas políticas. A diario. No descansan. Muchos ayuntamientos gobernados por el PP han lanzado durante la pandemia bonos de consumo, un incentivo para animar a gastar en tiendas y bares, una idea oportuna para compensar un poco a tantos autónomos que las han pasado -y las pasan- canutas por las restricciones a la movilidad impuestas por el maldito coronavirus.
Lo han hecho en Castalla, Ibi, Alicante… en Torrevieja ha tenido tal aceptación, al ofrecerlos también a los turistas que vengan de la comarca de la Vega Baja, que han tenido que ampliar la promoción varias veces y van a mover más de un millón de euros.
No creo que nadie le ponga pegas, aunque lleve implícito algo de incitar al consumismo, pero la ocasión lo merece y así se favorece la economía de proximidad. En cambio, ¿ha visto usted la que se ha armado porque al Gobierno se le ha ocurrido lanzar el bono cultural? Toda una tormenta (perfecta) de mensajes de WhatsApp, soflamas en redes sociales, encendidos artículos de opinión en los que nos han enseñado la lección de que Pedro Sánchez y sus secuaces quieren comprar votos y no hay derecho, oiga.
Qué curioso que dos iniciativas tan parecidas susciten una reacción tan antagónica. Aunque si uno analiza algunos detalles, no es tan de extrañar. Para empezar, ya se sabe que en el mundillo de los culturetas predomina el voto de izquierdas (con la excepción respetable del genial e inolvidable Quique San Francisco (RIP). Acuérdense de la movida aquella de los de la “Ceja”, esos perroflautas del cine plasta que quieren vivir de las subvenciones porque no pueden competir en taquilla con las producciones de Hollywood… bien apoyadas por Estados Unidos, por cierto.
No se puede comparar esa movida bolivariana y progre con los bonos comerciales, que al menos en esta provincia parece que son cosa de gobiernos municipales del PP (y Ciudadanos, en el caso de Castalla). Por supuesto, ninguna intención clientelar para comprar votos, nada de nada.
Y hablando de clientelismo, ¿se han suprimido las ayudas, las antes célebres y denostadas peonadas del PER en Andalucía? Como ya llevan varios años desalojados del poder aquellos corruptos del PSOE, supongo que la nueva y regenerada Junta de Andalucía del PP y Ciudadanos (con los votos de Vox) ya habrá acabado con aquella red de amiguismo para perpetuarse en el Gobierno autonómico. ¿O no? Me da a mí que no se ha tocado nada. Ya no es tan escandaloso, claro.