Por J. J. Fernández Cano, escritor
Los escandalosos aumentos que venimos sufriendo los ciudadanos en el precio de la luz, un bien de primera necesidad, vital para nuestra subsistencia, coincidiendo con que las compañías eléctricas registran beneficios históricos, por más que nos indigne no es algo que sorprenda a nadie a estas alturas. La cosa se gestó cuando estas compañías pasaron a manos privadas por obra y gracia de gobiernos (ya afortunadamente caducados) que no las cambiaron por un plato de lentejas, sino por un retiro dorado formando parte en consejos de administración en los que no sabemos qué función desempeñan; desde luego, útil para evitar el vergonzoso y dañino abuso que se esta perpetrando contra nuestro país, ¡NO!
Este mal comienza a adquirir efectos devastadores en nuestra sociedad, sobre todo en las clases más desfavorecidas en lo referente a ingresos económicos. Son muchas las familias que vienen arrastrando una pobreza pertinaz desde años atrás, que viven inmersos en la crisis económica originada por la maldita pandemia sin haber desechado la sufrida por la ya lejana de la burbuja inmobiliaria, ¿se acuerdan? Hay familias, muchas familias, que desde entonces no levantan cabeza. También los hay que, obligados por la imperiosa necesidad de subsistencia, se ven en la necesidad de aceptar trabajos sin ser dados de alta, conformándose con jornales de miseria, viviendo en tal estado de precariedad, que su jornal no les cubre ni lo más esencial, o sea: como para que les suban el recibo de la luz de forma tan desaforada.
Las compañías eléctricas pretenden justificar el desvergonzado abuso en el precio del producto alegando que lo que hacen es legal, y, posiblemente hasta tengan razón, puesto que todo induce a pensar que todos estos acuerdos, tratos o contratos se firmaron con altos cargos de quienes entonces nos gobernaban, como exministros, expresidentes, que gozaron, y algunos de ellos todavía gozan, de jugosas paguitas a las que, seguramente, no están dispuestos a renunciar. Una vez más, se nos confirma que muchos de los abusos e injusticias que se cometen en el mundo en general y en nuestro país en particular, vienen respaldados por leyes hechas a la medida de intereses particulares.
Nuestro Gobierno actual, que se autodenomina progresista, y en muchos asuntos lo está demostrando, justo es reconocerlo, en el caso que nos ocupa (el abuso de las eléctricas) no va a tener la cosa nada fácil, puesto que se enfrenta a un poder omnímodo, uno de los poderes que tienen en sus manos las riendas de la economía. Los dioses del mundo; los que en buena medida, gobiernan a los gobiernos. Deseemos suerte a nuestro Ejecutivo para dar solución a esta injusticia, que a tantos nos afecta.