Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
La energía en nuestras casas se tiene que considerar un bien básico y, como tal, no puede depender de los beneficios mayores o menores de empresas privadas. Si se parte de esa base, que cada cual haga sus propuestas calculadora en mano para que salgan los números, porque en este rincón de Europa que disfruta de más horas de sol al año que ningún otro, por mucho que me quieran convencer de supuestos “déficits”, no me trago que no podamos ser autosuficientes.
En estos momentos, los principales partidos políticos se han posicionado al respecto. El PSOE tiene la voz cantante en el Gobierno, como socio mayoritario de la coalición, y parece partidario de limar algo de los impuestos y dejar más o menos el sistema como está, apelando a que desde Europa no dejan tocarlo. Podemos ha tirado finalmente de su programa electoral con la propuesta de crear una compañía pública. No se trata de ninguna invención de unos lunáticos, como nos están vendiendo: en Italia existe y, es más, precisamente es socia propietaria de nuestra privatizada Endesa. En la oposición, PP-Ciudadanos-Vox están más por criticar las tarifas abusivas que por aportar sugerencias, más allá de rebajar la carga tributaria de la factura... eso que los populares pudieron hacer durante años en el poder y que, curiosamente, nunca se les ocurrió entonces.
A la mitad de los usuarios no les afectan esas “subastas” del mercado mayorista que, a diario, se burlan de todos nosotros cobrando a precio de solomillo los megavatios que deberían valer como las salchichas de los perritos calientes. Aunque de eso se habla poco. De que hay muchas familias que están en el llamado “mercado libre” que, en las actuales circunstancias, resulta más barato y no les afectan estas fluctuaciones desproporcionadas.
Lo que no quita para que se trate de una injusticia. Sin excusas. No me cansaré de repetir que forrando los millones de metros cuadrados de las cubiertas de las naves industriales en los polígonos, también los postes del tendido ferroviario, los techos de aparcamientos y tantas otras superficies orientadas al sol (les invito a ampliar la lista), ya podríamos generar electricidad para ponernos las pilas. Y seguro que hay otras fuentes de energía sostenibles por explotar, en vez de seguir con este negocio de unos pocos gigantes del mercado.
Como siempre, cuando a la iniciativa privada no le salgan las cuentas, si no ven rentabilidad, que lo dejen para una empresa pública. O pueden coexistir ambos sistemas y que el consumidor elija, una vez tenga garantizado un precio razonable. Servicios públicos, se llama.