El confinamiento está causando algunas dolencias que no registran las estadísticas, pero que están afectando de forma silenciosa a un porcentaje de personas y familias todavía por determinar. La ansiedad y la depresión son aliadas perfectas del actual estado de alarma que reduce la movilidad física y obliga a permanecer en casa demasiadas horas al día.
Así lo afirma en un comunicado la Policía Local de Onil que ha visto cómo “han aumentado los casos derivados de la convivencia en el confinamiento, se han agudizado las depresiones y los estados de ansiedad en muchos hogares donde la convivencia se ha deteriorado”.
El teléfono del cuerpo local de Policía ha sido una de las válvulas de escape para muchos ciudadanos ya que través de este, según afirma el inspector Antonio Palazón, se ha podido “ofrecer un hombro donde llorar, un apoyo moral necesario y puntual en este momento tan complicado”.
A esta circunstancia, se añade las intervenciones en domicilio por enfermedad o accidente que han crecido en la actual situación y que deben gestionar para dar asistencia logística y apoyo a los sanitarios.
Redoblando esfuerzos
El estado de alarma ha dado unas competencias fuera de lo común a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado español, y concretamente a la Policía Local que ha visto incrementada su responsabilidad en materia de seguridad ciudadana y del cumplimiento de la normativa vigente derivada de la actual crisis sanitaria.
Palazón explica la dificultad añadida de “estar en la calle realizando diferentes tipos de controles, seguridad e higiene en los establecimientos, verificando las entradas y salidas de vehículos en la población, las salidas de los ciudadanos en las diferentes franjas horarias, deportistas, mayores, menores, salidas con perros, salidas a comprar, etc, sin dejar de lado las actuaciones municipales habituales que llevamos a cabo con las directrices y coordinación de alcaldía y concejalía de Policía”.
El papel de los agentes de policías locales, en las circunstancias actuales, se torna más relevante y complejo si cabe, dada la cercanía y proximidad con los ciudadanos. La obligación del cumplimiento de unas normas de comportamiento social, distanciamiento físico y confinamiento que hace tan solo dos meses eran inimagina