Apenas lleva nueve meses preparándose desde el círculo de lanzamiento y su irrupción en el panorama internacional ha sido espectacular. Hace un par de años su vida dio un giro brusco cuando le diagnosticaron un daño cerebral por una enfermedad autoinmune que le paralizó la parte izquierda del cuerpo. Tuvo que aprender desde cero, incluso a caminar, y el deporte fue su mejor aliado. Con la bola de acero está derribando barreras, ya logró la mínima B para los Juegos de Tokio y en su bautismo europeo ha conquistado el oro.
Aunque no ha sido fácil, ya que superó a la holandesa Cheyenne Bouthoorn por un solo centímetro. La ibense empezó su concurso con 9.25, luego hizo un nulo y su rival se puso con 9.49. En el tercer intento, Martínez alcanzó 9.50 para volver a situarse primera. Pese a que en el cuarto y en el sexto hizo 9.36, la corona europea no se le escaparía. Gran rendimiento el que está ofreciendo la lanzadora que entrena en Gandía con Ainhoa Martínez, con la que se fundió en un abrazo nada más terminar la prueba.
Miriam Martínez ha indicado que ha costado mucho, llegaba lesionada de la cadera y del cuádriceps, además de un brote de su enfermedad. Pero no podía quedarse en el no puedo, así que apostó por no dejar el esfuerzo de estos meses en vano. Apoyada en todo momento por su familia y amigos que le han dado esa fuerza necesaria para conseguir el oro europeo y seguir manifestando que todo esfuerzo tiene recompensa.