El riesgo de que se instale una macroplanta solar en la Foia es cada vez más elevado. De hecho, el Ayuntamiento de Castalla tiene nueve proyectos de esta envergadura encima de la mesa y uno de ellos, FV Castalla de 400 hectáreas, está en la conselleria de Política Territorial a la espera de obtener la Declaración de Interés Comunitario (DIC).
A los más escépticos sobre la posibilidad de que prospere alguno de ellos habría que recordar que la multinacional X-Elio ya ha puesto en marcha el mayor complejo solar de la Comunidad Valenciana en la localidad Xixona y existe otro muy avanzado en el municipio de Elda.
Frente a este modelo energético del que los ciudadanos de estas comarcas poco o nada se van a beneficiar, a excepción de los propietarios que vendan el suelo a los promotores, cabría preguntarse sí existe otra forma mejor para todos de sacar rendimiento al sol.
Jordi Miró, gerente de Bonus Energía, tiene claro que la mejor iniciativa pasa por crear comunidades energéticas, donde los promotores sean los propios ciudadanos, pero señala que para hacer frente a los huertos solares “habría que facilitar el desarrollo de plantas en los polígonos, ya que antes el empresario podía presentar una declaración responsable y ahora le piden una licencia urbanística”.
Para Miró, si todas las cubiertas de las naves de los polígonos estuvieran llenas de placas solares “nos sobraría energía”.
En el mismo sentido se expresa Fernando Casado, de Solution and Sistems Integration, para quien la legislación debe avanzar y regular la venta de energía entre particulares. En esta zona, comenta, existirían posibilidades de sistematizar la gestión de excedentes, “si todas las naves dispusieran de placas solares, aquellas empresas que trabajan las veinticuatro horas podrían disponer del sobrante energético del resto de industrias, a precios más competitivos”. Y aún hay más, con ese remanente también se podría abastecer de luz a instalaciones públicas cercanas al polígono como el Polideportivo o la Casa de Cultura.
Ventajas con la nueva ley
Las industrias ya están apostando por la energía fotovoltaica. Tanto Miró como Casado explican que son muchas las empresas que están instalando placas solares, movidas en gran medida por el elevado coste de la electricidad y por la entrada en vigor de la nueva normativa de autoconsumo fotovoltaico RD 244/2019, que introduce numerosos cambios que incentivan la producción de energía solar.
Concretamente, el precio de la energía está propiciando que ahora el coste de las instalaciones se amortice en la mitad de tiempo “en unos cinco o seis años puede estar pagada, y si se tiene en cuenta que la vida útil de una placa es de 25 a 30 años, el rendimiento es muy alto”, señala Fernando Casado.
Asimismo, existen ayudas por parte de las administraciones “muy interesantes”, indica Jordi Miró y, con la nueva ley, “la energía que no se consume se vuelca a la red y la compañía paga por ella; es lo que se denomina compensación de excedentes”.
Miró explica que existen ya muchos proyectos comunitarios, como el valenciano Sapiens Energía, que abastecen a municipios y áreas residenciales, zonas empresariales y comunidades de vecinos, y apunta que los próximos retos de movilidad y climatización eléctrica podrían beneficiarse ampliamente con estas instalaciones, “si cada vez hay más coches eléctricos, las placas en los polígonos permitirán cargarlos con ahorros muy importantes”.
Autoconsumo particular
También el autoconsumo entre particulares está en alza, en especial, en las viviendas unifamiliares o casas de campo. Cada vez son más quienes apuestan por las energías renovables porque “se puede llegar a una reducción anual del 40% en el consumo energético”, señala Casado. Para ello, recuerda Jordi Miró, es necesario adaptar los hábitos de consumo a las horas de sol “poniendo, por ejemplo, los electrodomésticos a funcionar durante el día”.
Actualmente, las instalaciones para particulares de 3’5 kw, sin baterías, están en torno a los 5.000 euros e igualmente se puede optar a muchas subvenciones, deducciones en el IRP y bonificaciones del 50% en el impuesto del IBI.
Sin embargo, donde las placas solares no han llegado todavía es a las comunidades de propietarios. Pese a sus ventajas, ya que el coste económico se reduciría de forma sustancial por vecino, el mayor inconveniente está a la hora de ponerse de acuerdo.