Por J. J, Fernández Cano
Nuevamente hemos tenido la ocasión de deleitarnos, los amantes del teatro, con una obra protagonizada por el grupo Ayusteatro, titulada “Ahora todo es noche”.
Quienes ya conocemos de antiguo a Chema, Pascuala y Felipe, no nos sorprendemos al haber gozado una vez más de un trabajo bien elaborado, en el que se conjugan sus dotes interpretativas, el esmero con que han sido ensayadas las escenas y, sobre todo y por encima de todo, la vocación y veteranía de la actriz y los actores, la soltura con que se desenvuelven en el escenario, sus gesticulaciones y expresión corporal que dicen igual -a veces incluso más- que sus palabras.
La linea argumentar de la obra nos habla de unos personajes que tras haber vivido holgadamente del producto de su trabajo, una cadena de acontecimientos fatídicos los conduce a un estado de absoluta desidia, a un nivel social en el que no tiene cabida ni el más mínimo signo de dignidad humana. La trama se nos muestra en un ambiente tenebroso, asfixiante y contiene una dura crítica contra nuestra sociedad, es -o al menos así lo interpreto yo- una clara muestra de impiedad, una situación de permanente amenaza de la que nadie podemos librarnos; un espejo en el que podemos mirarnos. Se sostiene o alivia sobre ciertos ramalazos de humor ácido y hace gala de una ironía que roza el sarcasmo.
Siempre se dijo que el arte de la interpretación teatral consiste principalmente, en conectar con el público a través de cualquiera de estas tres reglas: despertar el sentimiento de reír, llorar o pensar. En “Ahora todo es noche”, Ayusteatro logra, en mayor o menor medida, cumplir con los tres requisitos: arrancarnos sonrisas sardónicas, llorar de emoción, aunque sin lágrimas y pensar, sobre todo pensar en lo cruel que puede llegar a ser el mundo cuando se ceba en muchos de los seres que lo habitamos.
El asistir a este evento ha sido, al menos para mí, un paso más en la huida o cura de los traumas causados por los miedos y restricciones originados por la pandemia del coronavirus, que aún venimos arrastrando sus secuelas. Supone para mí, y estoy seguro que para mucha gente más, una puerta que se abre a la esperanza de que aquel periodo (al que también podríamos titular “todo es noche”) pasará a la historia como un amargo recuerdo.
Amigos de Ayusteatro; no dejéis mucho tiempo sin obsequiarnos con alguna de vuestras obras.