Por Aitana Gandia, portaveu del GM Som Ibi
¿Alguna vez has escuchado la frase «la punta del iceberg»? Significa que solo ves una pequeña parte de todo lo que se esconde bajo la superficie. Y eso es lo que está pasando en el Ayuntamiento de Ibi.
Sentemos las bases. No hay interventor. Acabaremos la legislatura sin la aprobación de los presupuestos de 2023. Muchas subvenciones han quedado paralizadas. Se han producido denuncias y bajas por parte del funcionariado del Ayuntamiento por anomalías en la gestión.
En cuatro años dos concejales han dimitido del área de Recursos Humanos. Y seguiría engordando la lista.
Parece la tormenta perfecta, como que ha sido por sorpresa, pero es el desencadenante de viejos problemas, como si el vaso llevara llenándose demasiados años y al final, se ha desbordado. Se ha creado un caos insostenible dentro del consistorio y cuanto más investigas, más oscuro lo ves.
Esto es un problema estructural del Ayuntamiento, un engranaje interno que en algún momento tenía que explotar. Observo que esto ha sido un cóctel combinado de mala praxis, desorganización, poca previsión y opacidad, pero vestido de humildad.
Un ejemplo perfecto de “Les coses mal fetes sempre estan mal fetes”.
¿Pero ahora qué va a pasar? No con volver a pagar las subvenciones está solventado. Si no se ataja y corrige desde las entrañas del sistema, no servirá de nada a largo plazo. Ya sabemos dónde hemos llegado poniendo parches.
Nuestra responsabilidad es fiscalizar la labor del equipo de gobierno sobre la gestión del Ayuntamiento, y el PP nos oculta la verdad. ¿No hay interventor por falta de previsión en su reemplazo? ¿No hay presupuestos porque las cuentas no cuadran? ¿Hay denuncias de personal por injusticias laborales? ¿Dimiten dos concejales del área de Recursos Humanos para no asumir responsabilidades? Nos pidieron unión en este tema, cuando nos han dejado fuera siempre. Nos piden discreción, cuando nos cuentan de la misa la mitad. La oposición siempre ha estado a la altura, pero el colapso es demasiado grave como para que se laven los trapos sucios en casa. No habrá pacto de silencio por mi parte, porque SOM IBI no quiere ser cómplice de esto.
Lamentablemente era la crónica de una muerte anunciada, un problema que ha saltado por los aires a dos meses de elecciones. El PP lo intentará pasar de puntillas, pero ruego al señor Serralta que dé la cara y asuma los errores, porque la ciudadanía debe saber realmente qué ocurre si queremos ser merecedores de su confianza. Porque responsabilidad es dar la cara.
Sabemos que hay una manta, ahora falta tirar de ella.