La acogedora villa de Onil, localizada el norte de la provincia de Alicante, es conocida como la “cuna de las muñecas”, y es que la visita a este lugar ya merece la pena solo por la artesanía y cultura que desprende el Museo de la Muñeca. Pero hay mucho más que ver y os invitamos a descubrirlo.
Sin lugar a duda, uno de los lugares más emblemáticos es el Museo de la Muñeca, ubicado en la Casa de l’Hort, un palacete señorial del siglo XIX que fue propiedad de la familia Payá Alonso de Medina y actualmente es considerado Bien de Interés Cultural.
Desde finales del S.XIX, Onil es la villa muñequera por excelencia, repartiendo felicidad con más del 80% de fabricación nacional de muñecas. El museo posee cerca de 1.000 muñecas datadas de los siglos XIX, XX y XXI, sin olvidarnos de la ciudad de Playmobil, que cuenta con más de 10.000 piezas.
Caminando por el casco histórico, encontramos, lugares como el Palacio-Fortaleza del Marqués de Dos Aguas, construido en el siglo XVI, declarado Bien de Interés Cultural en 2001. En la primera planta del palacio se puede visitar el Museo de la Fiesta, donde se funde historia, fiesta y tradición. Las fiestas de Moros y Cristianos de Onil están declaradas Fiestas de Interés Turístico Provincial desde el año 2014. Junto al palacio se encuentra la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, terminada en el año 1778. En su altar mayor destaca el retablo erigido al Apóstol Santiago “El Mayor”, obra anónima del s. XV de gran valor histórico-artístico, así como la capilla del Bautisterio con frescos del artista local y premio príncipe de Asturias, Eusebio Sempere. No hay que olvidar otros conventos y ermitas diseminados por la localidad, como el convento-monasterio de Montserrat, el convento de la Inmaculada o de San Buenaventura, la Ermita de Nuestra Señora de la Salud (Patrona de Onil) o la Ermita de Santa Ana.
El Pouet de la Neu, nevero enclavado en la parte más alta del casco histórico, es un monumento que muestra las obras arquitectónicas, tradicionales e históricas que se construyeron durante los siglos XVII y XVIII en la Comunidad Valenciana para el almacenamiento de la nieve. El Refugio Antiaéreo, utilizado como refugio militar para los trabajadores del campo de aviación y taller de aviones que existían en sus inmediaciones, siendo este enclave el último reducto militar en arriar la bandera republicana al finalizar la Guerra Civil Española.