Por José Luis Fernández Rodrigo, periodista
¿Alguien se acuerda de lo que decía nuestro expresidente Mariano Rajoy no hace tantos años sobre que tenía que gobernar siempre la lista más votada? Incluso se llegó a hablar de reformar la ley y todo. Parece que sus cachorros del PP, la nueva generación liderada por Pablo Casado, está en otra onda.
Quién sabe si tal vez cambien de opinión. Por ejemplo, cuando dentro de unos años se dé la circunstancia de que sean ellos el partido ganador en las urnas. Entonces, seguramente se les llenará la boca clamando por democracia real sin apaños, como cuando se referían a aquellos “gobiernos de despachos” en algunos ayuntamientos, cuando se aliaban -indecentemente, para mi gusto- varios partidos de izquierdas para impedirles a los populares coger la vara de mando.
Ahora la cosa tiene más transcendencia y un poco de falta de vergüenza: se desgañitan poniendo el grito en el cielo porque Pedro Sánchez va a vender su alma a los independentistas. El presidenciable está en sus manos y le van a exigir todo tipo de barbaridades. Sin duda. ¿y qué hacen los de la gaviota para evitarlo? Bloquear la investidura negándose a abstenerse.
Otro tanto hacen los de Ciudadanos, que no me extrañaría que buena parte de su fiasco electoral se deba a que no quisieron pactar con el PSOE. No hay que olvidar que Albert Rivera gozaba de muchas palmaditas en la espalda de los grandes del Ibex 35 y el final de este “idilio” ha sacado a la luz comentarios de que el “muchacho naranja” había caído en desgracia entre las grandes empresas del Reino. Aunque me resista a creerlo, puede que se puedan fabricar candidatos con dinero y darles proyección en la sombra solo a base de chequera. Por eso, si los mismos que aupaban a Ciudadanos se han cansado de su cerrazón para bloquear un nuevo Gobierno y han propiciado la repetición electoral, tal vez Don Dinero ha cambiado de apuesta en la ruleta y se le han esfumado misteriosamente muchos cientos de miles de votos a Cs.
Con todo, me parece que se está exagerando su debacle: siguen teniendo más de un millón y medio de votos, que son mucho respaldo social. No deberían tirar la toalla sin más. Me pareció respetable la dimisión de Rivera, pero no tanto que él y otros dirigentes de su cúpula abandonen la política. Una cosa es dejar el timón y pasar segunda fila, pero la vocación sana de cambiar las cosas desde la función pública se puede mantener ayudando a tus compañeros de partido desde la base y peleando en la oposición. Eso de “o gobierno o me voy a casa”, parece un poco cobarde y comodón, como hicieron Manuela Carmena y alguno más. Si te presentas a unas elecciones, como mínimo, ocupas el cargo electo los cuatro años del mandato.