2019 ha finalizado marcado por unos acontecimientos atípicos y absurdas contradicciones. En el ámbito político, estos doce meses ya se han convertido en el periodo de tiempo más largo que un gobierno en democracia ha estado en funciones. Algo que no ha interrumpido la microeconomía de las familias, ni las cadenas de producción de las empresas, ni la voluntad de los consumidores a seguir adquiriendo productos y servicios, especialmente durante estas fechas.
El ‘cansinismo’ independentista nos ha envuelto en una constante informativa que nos ha dejado casi inmunes cuando el serial catalán ya ha alcanzado lo kafkiano:?El parlamento europeo le da la inmunidad parlamentaria a un preso condenado en el Process. Sin comentarios. Y ahí está la opinión de la tan reputada Abogacía del Estado que con su dictamen jurídico acaba de allanar el camino a Pedro Sánchez para cerrar el acuerdo con Esquerra Republicana.
Un año donde la cumbre climática celebrada en Madrid sólo ha servido para descubrir todas las carencias y premuras dejando incógnitas todavía por resolver y donde los países más contaminantes del planeta no han participado, descafeinando los objetivos por los cuales más de 200 países se reunieron en esta transcendental cita mundial. Otra oportunidad perdida para cambiar esta inercia destructiva global que está agotando los recursos naturales con unas consecuencias irreversibles; y uno de los grandes retos que la Humanidad tendrá que resolver más pronto que tarde.
Con todo, no queda otra que seguir mirando a este 2020 que se presenta con actitud positiva, respeto hacia los demás, caminando hacia la convivencia y con la esperanza de que algunas pequeñas cosas puedan mejorar estos próximos 365 días. Feliz año nuevo.