Se cumplen 8 años desde mi entrada en este mundo de la política, tan emocionante e ilusionante, como difícil y sacrificado. Se lo debo a Rafael Serralta, a quien siempre estaré agradecida por la confianza depositada en mí y por la ilusión que consiguió transmitirme en aquel momento.

Mis padres me educaron para ser una buena persona, además de inculcarme unos principios que no solo atesoré, sino que intento hacer crecer cada día y transmitirlos a mi hijos. Estas cualidades, inconscientemente, también las busco en la gente que me rodea.

MIS PRINCIPIOS: humildad, lealtad, empeño, unidad, diálogo, perseverancia, transparencia, justicia, igualdad, compañerismo, dignidad, dedicación, amor, confianza, esfuerzo, pasión, trabajo.

Con estos valores bien presentes porque son inherentes a mí (quien me conoce bien lo puede confirmar), abordé una primera legislatura. Trabajar por y para Ibi y sus gentes es un enorme privilegio. Y así concibo yo la política, como un servicio público al que hay que entregarse al máximo teniendo siempre presente que estamos de paso, no es una profesión. Sacamos adelante una legislatura con dignidad, mucho trabajo e ilusión y acabamos siendo, más que amigos, familia. ¡Qué tiempos aquéllos!

En 2019 revalidamos el triunfo con mayoría absoluta, lo que significa que la ciudadanía ibense nos aprobó la gestión realizada con muy buena nota. Esta circunstancia nos daba margen para desarrollar con tranquilidad nuestro programa de futuro para Ibi, o eso esperábamos. La legislatura comenzó bien, con las mismas ganas y en el mismo punto en el que dejamos las tareas apenas unas semanas antes; lástima que en pocos meses nos visitara el temporal Gloria, comenzara una pandemia a nivel mundial sin precedentes y estallase la guerra de Ucrania.

¡Qué legislatura tan difícil y dolorosa hemos pasado algunos! Durante la Covid, el día a día fue terrible, faltaban horas... todavía me pongo nerviosa al pensarlo. ¡Cuánto sufrimiento vimos y vivimos en medio de un desconcierto absoluto! Aquello pasó factura a mi salud, estuve muchos meses alejada de todo, observando con tristeza cómo algunas cosas iban cambiando porque no todos hemos sabido cuál era en realidad nuestro sitio. Echo de menos algunos de los principios que valoro y he desistido de intentar reconducir algunas situaciones, me doy por vencida. No continuo en el proyecto por decisión propia, no puedo aceptar, no puedo ser partícipe de algo que va en contra de ellos. Mi dignidad está muy encima de cualquier estrategia política. He perdido la confianza y ahora sé que, por mucho empeño que ponga, hay heridas que costará cicatrizar. La decepción es muy grande y el dolor, insoportable.

Me voy con la cabeza bien alta y por la puerta principal. Me he equivocado muchas veces, quizás más de las que he acertado, pero tengo la conciencia muy tranquila. Nadie podrá decir que no lo he intentado, que no me he ganado el sueldo, que no he puesto el alma en todo lo que he emprendido.

Podía haberlo hecho mejor, sí, pero no me he podido esforzar más.

Podía haber conseguido más, sí, pero no siempre ha estado en mi mano.

Me llevo grandes amistades y bellísimas personas con las que he tenido la suerte de coincidir en este trayecto, ésas me quedan para siempre. También he adquirido grandes conocimientos, esto ha sido un máster muy completo. Me voy cargada de consejos, de lecciones y también de cachetes bien merecidos.

Deseo a las nuevas incorporaciones que se sientan tan bien acogidas como yo y que saboreen cada instante de esta fantástica aventura. Un oportunidad como ésta no se presenta todos los días y deseo que les haga felices.

Estoy agradecida de corazón a todas las personas que me han brindado su apoyo y cariño: al personal del ayuntamiento, a las diferentes entidades y asociaciones que he tenido la suerte de conocer, al equipo de gobierno, a los compañeros y compañeras de la oposición, a las personas que nos acompañan desde el partido y trabajan desde la ejecutiva, a toda esa gente anónima que me ha dado aliento y también a la que me ha empujado a mejorar con sus críticas constructivas.

Gracias al pueblo de Ibi, que ha confiado en mí durante todo este tiempo y que ha sido mi motor. Somos un gran pueblo y merecemos lo mejor.

Gracias a mi familia, amigas y amigos. Y gracias ante todo a mis padres, que siempre han estado orgullosos de que diera el paso y a mis hijos, Martín y Sara, que han soportado mis ausencias, han sabido entenderme, me ha mimado cuando me sentía vencida y ahora están felices porque saben que decir “adiós” es lo que necesita su madre.

Hay quien no entiende mi decisión, pero yo la tengo clara: me voy con mis valores a otra parte.

“Estos son mis principios y si no les gustan, lo siento, NO tengo otros”