Por Mª José Herrero Alpañés, primera teniente alcalde del Ayuntamiento de Ibi.
Estos días estamos asisitiendo a diferentes actividades organizadas con motivo de la Semana Cultural de las Personas Mayores. El término "mayores" ya lo usamos casi siempre entre comillas porque en realidad no les define justamente. Son personas grandes que llegadas a una edad no abandonan sus inquietudes, ni se acomodan en lo que tradicionalmente ha sido su papel una vez alcanzada la jubilación. Grandes personas que descubren que el tiempo se reinventa para ellas y que tienen la oportunidad de empezar a conocer algún arte, seguir aprendiendo otro o, incluso, atreverse con actividades que nunca hubieran pensado que podrían llevar a cabo. Nuestros padres, madres y abuel@s siguen dándonos lecciones de vida cada día. Son un ejemplo desde que nacemos y nunca dejan de serlo.
Hemos podido admirar su capacidad de esfuerzo, de constancia, de curiosidad, de osadía por embarcarse en disciplinas nada fáciles. Debutan en pintura sin conocerla, pero sus cuadros y telas no reflejan un solo titubeo, un solo fallo. Fotografían con valentía, jugando con efectos sorprendentes y poniendo el enfoque más allá de lo que nos alcanza la mirada. Hacen bolillos, flecados y vainicas imposibles, mimando con cariño labores del pasado que se empeñan en mantener y deseamos que lo consigan. Y se suben a un escenario, ante un teatro a rebosar y ponen a prueba su expresividad, su soltura, su memoria y su gracia para interpretar. Y bailan. Bailan todo lo que les echen sin miedo, sin vergüenza, con su arte: bailes de salón, danzas populares y danza española, ninguna se les resiste. Y se relajan y disfrutan del silencio practicando yoga y tai-chi: se comunican con su propio cuerpo, el que se supone acumula demasiados años para hacer ciertos movimientos, y comprueban que no, que su joven espíritu dirige brazos y piernas consiguiendo todo lo que la mente propone. Y también tocan y cantan, y lo hacen fenomenalmente bien con voces armoniosas que nos han llevado de la calle Elvira a Santander, recordando a Méjico y cantando al amor. Y juegan a la petanca y se interesan por temas importantes con diferentes talleres, charlas y cine y cenan y vuelven a bailar... Y la semana acabará como empezó: con música, bailes y alegría.
De esta semana frenética me quedo con sus caras, con sus expresiones de felicidad y esas sonrisas, muchas veces nerviosas por algún titubeo en una frase o un paso de baile que les apura más a ellos que a nosotros, los espectadores. Nosotros solo vemos ilusión, esfuerzo y valentía. Y sentimos gratitud porque siguen enseñándonos tanto y porque nos permiten devolverles una pequeña parte de todo lo que nos han dado, yendo a verles, a aplaudirles y a animarles.
Estos días les ha tocado a ellas, las grandes personas que nos rodean y de las que tanto tenemos que aprender. Enhorabuena a todas, deseo que nunca perdáis la ilusión por manteneros vivas y activas a pesar de los años.