Este país no deja de sorprendernos, y casi siempre para peor. Muy a nuestro pesar, parece que esta sociedad sigue estancada varias décadas en el pasado, con tabúes, estereotipos y creencias propias de un país poco desarrollado intelectualmente, por decirlo fino. Ya puede haber desempleo, desigualdades sociales, corrupción, injusticias, hambre y miseria (que las hay, por mucho que desde algunos sectores se quiera negar), que seguimos conformándonos y comulgando con ruedas de molino.
Eso sí, que no nos toquen el fútbol que nos volvemos locos y somos capaces de tirar de faca. O los toros, o la religión, o los asuntos de alcoba, que hay de todo y para todos. Hasta con la política hay gente que pierde el oremus. La máxima aquella de “vive y deja vivir” la transforman muchos (demasiados) en “vive e impide dejar vivir”, a quien no viva como tú, o crea no en lo mismo que tú, o no piense igual que tú o no tenga tus mismos gustos.
En definitiva, se sigue mirando de reojo lo diferente y, en caso de contar con un cierto respaldo social y económico, esa fobia puede reforzarse y amplificarse con medios de comunicación creados para malmeter, manipular y sembrar mal rollo, con panfletos de todo pelaje y hasta con autobuses decorados con mensajes intolerantes y cuya única finalidad es avivar la llama del odio.
Todos ustedes, queridos lectores, saben a qué nos referimos: al autobús fletado por la plataforma ultracatólica Hazte Oír que intenta sembrar la semilla de la intolerancia en las puertas de los colegios atacando a los más indefensos y maleables, los niños, con mensajes tan pueriles como torticeros y peligrosos, que atacan a una realidad inevitable e innegable como la de los niños transgénero. Cuando hasta desde el Partido Popular se han desvindulado y han criticado esta lamentable iniciativa, queda en evidencia que el origen de la misma está tan pasado de vueltas, tan a la derecha de la derecha, que no es que roce, sino que se haya inmersa plenamente en nuestro pasado más rancio y peligroso.
Cuando miles de personas basan su existencia en negar la evidencia, atacar al diferente e impedir que cada uno viva su vida como quiera (o como pueda), en este país tenemos un problema. Y no pequeño.