A principios de agosto, siete miembros de los Enkrestanos encumbraron el macizo del Gran Paradiso, situado en el Valle de Aosta, una región de los Alpes italianos.
El primer día de la ascensión, hicieron noche en el refugio de Chabod, a 2.750 metros, para proceder posteriormente a encaramar la subida a la cima a la madrugada siguiente.
Los escaladores hubieron de encordarse para ello, pues la última trepada estaba bastante expuesta y el trayecto fue especialmente peligroso por las grietas que se encontraron en el glaciar que tuvieron que sortear.
Finalmente, después de una ascensión de cinco horas y media, la estatua de la Virgen de las Nieves les esperaba en tan espectacular cumbre.
A continuación, el trayecto de bajada se realizó por una ruta circular, descansando en el refugio Vittorio Emanuele II, situado a 2.732 metros y se regresó al punto de partida después de doce intensas horas.
Siendo esta ascensión una aclimatación necesaria, dos de los miembros de Enkrestanos (Gustavo Jiménez y Kiko Teruel) procedieron a realizar el ascenso a la cima más alta de los Alpes: el famoso Mont Blanc.
A lo largo de los días previstos para la ascensión, se desaconsejaba la misma por una elevada peligrosidad por los continuos desprendimientos de grandes rocas que se hallaban sueltas por las altas temperaturas y el deshielo en la zona de obligado paso denominada Bolera.
Cabe destacar que no debe subestimarse la ascensión al Mont Blanc, pues tanto las condiciones climatológicas como la experiencia previa, así como la forma física son de fundamental importancia para que la ascensión se realice con éxito y cada año se producen numerosas víctimas en dicha subida.
A pesar de todo, aceptando el riesgo, los escaladores ibenses decidieron intentar la complicada travesía. Por todo ello, el día 10 de agosto, después de coger un telesilla y un tren cremallera, los alpinistas llegaron al refugio Nid d’Aigle y emprendieron una ruta de cuatro horas y 1.500 metros de desnivel a lo largo de una arista hasta llegar al refugio Gouter, situado a 3.817 metros, donde descansaron y recuperaron fuerzas.
A las dos de la madrugada comenzaron la ascensión a la cumbre del Mont Blanc con unas condiciones climatológicas adversas, pues se impusieron tanto ventiscas como temperaturas de -10ºC.
A causa de esto, los alpinistas hubieron de refugiarse unos 40 minutos para poder entrar en calor en el refugio de Vallot, situado a 4.360 metros.
Por todo ello, sobre las 4:30 de la madrugada, habiendo notado un ascenso en las temperaturas, los alpinistas decidieron continuar con su itinerario y, sorteando aristas escarpadas y adelantando a diferentes cordadas de otros alpinistas, consiguieron llegar a la ansiada cumbre del Mont Blanc después de cinco horas y media, disfrutando de las primeras luces del amanecer en tan espectacular cima.
Finalmente, después de un descenso escarpado de siete horas, ambos escaladores ibenses llegaron al refugio de Nit d’Aigle, orgullosos de haber conseguido su tan ansiado reto.
Informa: Gustavo Jiménez.