El asunto de las tesis, los másteres y los trabajos de la ESO se le está yendo de las manos a nuestros políticos, que llevan ya varias semanas enfrascados en una absurda batalla dialéctica para ver quién tiene menos estudios; o, si lo prefieren, para ver quién tiene más influencias que le permitan sacarse títulos sin dar un palo al agua. Mientras ellos están a lo suyo, la vida sigue su curso y los problemas de los españoles se mantienen intactos, esperando que alguien les meta mano. En lugar de tirarse los trastos a la cabeza unos a otros, a ver quién gana la batalla del postureo, deberían agachar la cabeza y pasar de puntillas sobre este asunto tan peliagudo, que está dejando al descubierto la panda de mentecatos, chiquilicuatres y estómagos agradecidos que tenemos en el Congreso de los Diputados y en el Senado, viviendo de la sopa boba y sin más oficio que su propio beneficio.
La última noticia que nos llega a este respecto es la sospechosa desaparición del título de Periodismo en el currículum de Carles Puigdemont que aparece en la página web del Parlament de Catalunya. Vamos, que de licenciado en Ciencias de la Información, con estudios adicionales de filología catalana, el ex molt honorable se ha quedado en bachiller raso. Ni periodista, ni filólogo, ni muchos menos político. Puigdemont es, sin más, un insolente prófugo con demasiadas ínfulas napoleónicas; será porque vive en Waterloo.
Para terminar, nos referiremos a la airada polémica que inunda estos días las calles de Castalla e incendia las redes sociales. Resumiendo: una peña de amigos organiza unas jornadas taurinas, donde se incluyen prácticas como el bou embolat y el bou encaixonat, y en los carteles coloca, sin autorización, el escudo del Ayuntamiento en calidad de entidad colaboradora. Los vecinos e internautas lo ven, ponen el grito en el cielo y hacen lo que suele ser habitual por internet: desbarrar por los codos, insultar a lo loco y pedir decapitaciones en la plaza Mayor al anochecer; todo ello sin preocuparse por conocer las explicaciones del Ayuntamiento, que se ha desvinculado totalmente de este tipo de supuestos espectáculos donde se maltratan animales. Lo diremos y lo repetiremos cuantas veces haga falta: la tradición no ampara la barbarie. Todo lo demás es demagogia barata. Fin de la cita.