Editorial nº 817
Comenzamos el año 2016 con la incertidumbre instalada en varias parcelas de la vida política y social española. Concretamente, hay dos cosas que nos mantienen estos días la mente ocupada, aunque una nos importe bastante más que la otra, para qué engañarnos. Radio, prensa y televisión no paran de bombardearnos con estos asuntos, y no es para menos; porque de ellos, queramos o no, depende el devenir inmediato de este país.
Para ir de menos a más en orden de prioridades, empezaremos por el asunto catalán, con esa sensación intrínseca, y cada vez más certera, de que nos están tomando el pelo con menos decoro y más descaro. No es preciso marear tanto para acabar llegando adonde Artur Mas quiere que se llegue, que es a su investidura como presidente de la Generalitat, para así poder seguir con el enfrentamiento con el Gobierno Central por los años de los años, o hasta que al pueblo se le acaben hinchando las narices (que ya no falta mucho).
Si finalmente la CUP se mantuviera en su postura inicial (o sea, pasando de Mas olímpicamente), con mucho gusto estaríamos dispuestos a que las anteriores líneas se las llevara el viento, incluso brindaríamos por la integridad de un partido que empezó con una postura férrea e inamovible pero que, poco a poco, se ha ido relajando hasta rozar el esperpento. A tiempo están aún de recuperar la credibilidad que perderán si deciden apoyar a Artur Mas.
El otro asunto que nos inquieta es el hecho de comenzar el año sin saber quién gobierna este país, sobre todo después de haber participado en unas elecciones que parece que no han servido para nada, visto lo visto. Esta situación nos recuerda a aquella frase de Groucho Marx (“Éstos son mis principios; si no les gustan, tengo otros”), pero aplicada a unas elecciones. Ha habido elecciones, sí, pero como el resultado no ha sido el esperado, vamos a ver si las repetimos hasta que salga algo que nos guste. ¿No les suena a algo así?
Y mientras dura este choteo, los diputados ya han comenzado a recoger sus ordenadores portátiles, teléfonos de última generación y tabletas electrónicas, confiando en que se quedarán, pero sin estar seguros del todo. Lo que va davant, va davant. Eso sí, el sueldo, mientras, que vaya empezando a llegar a sus cuentas corrientes, que no está la cosa para tonterías.
Pues así empezamos el año, oigan. A saber cómo lo acabaremos... ¡Feliz 2016!