Tras varios años de negociaciones, el Ayuntamiento ha cerrado, por fin, la compra del emblemático Molí de Paper, una joya del patrimonio hidráulico y arqueológico del municipio, abandonado desde hace décadas y que como consecuencia de ello está sufriendo un deterioro muy importante.
Como explica el edil de Patrimonio, Nicolás Martínez, una vez salvados todos los escollos, la familia Pérez Sirera, propietaria del inmueble, ha decido donar el edificio, los jardines y algunas parcelas aledañas no urbanizables; a cambio, el Ayuntamiento compra los dos únicos terrenos urbanizables cercanos por un importe de 48.000 euros. Según indica Martínez, “con esta operación nos aseguramos que no se construya para preservar el entorno natural y patrimonial de la zona”.
El edil agrade el esfuerzo de la familia al haber renunciado a sus pretensiones económicas –cabe recordar que estaba a la venta por un precio de 240.000 euros– aunque incide en el hecho de que se trata de un edificio muy deteriorado, que requerirá ahora de una importante inversión para mantenerlo y ponerlo en valor. Precisamente, el elevado coste de esos arreglos ha sido determinante para que los herederos del Molí hayan aceptado el acuerdo. Sobre esta cuestión, Nicolás Martínez reconoce todo el trabajo realizado desde Urbanismo.
El col.lectiu Saginosa ha desempeñado un papel muy destacado en todo este proceso y desde sus inicios ya que, además, de sus acciones reivindicativas para exigir la compra del Molí –con un numeroso respaldo ciudadano– ha contribuido a difundir los valores patrimoniales, históricos y culturales de este inmueble y entorno y a su mantenimiento, con trabajos de desescombro y limpieza de los jardines.
El Molino de Papel es un inmueble protegido en el catálogo de Bienes de Relevancia Local y ahora se está a la espera de que obtenga la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) junto con el Barranco de los Molinos. Ahora, indica Nicolás Martínez, el Ayuntamiento tendrá que determinar las primeras actuaciones, “que entiendo que deben ser las de intervenir para frenar el deterioro del Molí” y, posteriormente, solicitar ayudas económicas para su restauración y conservación.
Otro asunto importante será decidir el futuro uso de este bien patrimonial. Martínez apuesta por convertirlo en un centro de interpretación de Molí y del Barranc y un punto de información y entrada al parque natural de la Font Roja, “porque es una de las zonas más transitadas”. De todos modos, añade, “será un tema que habrá que estudiar y consensuar”.