Por Rafa Verdú
El pasado 12 de febrero del 2017, Javier Teruel y Rafael Verdú volaron dirección a Chile para embarcarse en una nueva aventura, conseguir ascender al volcán más alto del planeta, "Ojos del Salado" (6.890m-Chile).
Lo primero que experimentaron fue un largo vuelo de más de 12 horas hasta llegar a Santiago de Chile, para después volver a coger otro avión hasta la ciudad de Copiapó, lugar dónde se coordinaría toda infraestructura para empezar la expedición.
Una vez llegados a esta primera parada, les esperaban por delante más de 14 días de aclimatación, y un montar y desmontar campamentos de altura bajo unas condiciones meteorológicas tan extremas y cambiantes, que en esas tierras chilenas les acompañarían durante toda la expedición.
Para poder llegar a su primer campo base, "Vallecitos" a 3.200 metros de altura, tuvieron que adentrarse en el desierto más alto del planeta, el "Desierto de Atacama". Las distancias entre los campos de altura solo se podían alcanzar mediante el apoyo de vehículos 4x4, ya que los recorridos sobrepasaban una media de más de 50 kilómetros.
Con su llegada al segundo campo base, "Laguna Santa Rosa" o " Parque Nacional Nevados Tres Cruces" situada a 3.600 metros, empezaron su primer día de aclimatación con el ascenso a una montaña de más de 4.800 metros.
La expedición seguía según lo previsto, hasta llegar al campo "Laguna Verde" a 4.350 metros, donde después de unos largos días de viaje, pudieron disfrutar de un merecido descanso en sus aguas termales, y relajar cuerpo y mente para lo que les esperaba en los próximos días.
Después de este descanso, los montañeros ibenses se pusieron en marcha para afrontar una nueva jornada de aclimatación, ascendiendo hasta el campo "Cerro Mulas Muertas" situado a 5.800 metros de altura y volver a regresar al campo base de "Laguna Verde".
El objetivo, día a día, era el de ir superando más altura, hasta llegar al campo base "Cuatro de Atacama", situado a 5.300 metros. Pero una vez asentados aquí, las condiciones meteorologías se iban complicando, debido a que el famoso invierno boliviano se había adelantado, y las tormentas de nieve no dieron tregua a los montañeros ni un solo día.
Las informaciones del tiempo eran cada vez menos esperanzadoras, y el margen de poder ascender a la cumbre en los días previstos se complicaba, sin embargo la motivación por conseguir alcanzar los 6.890 metros no cesaba y se pusieron en marcha para poder lograrlo.
Los últimos días de la expedición llegaban, y todo el esfuerzo se centraba en portear alimentos y material al último campo base, "Tejos" a 5.800 metros de altura, para poder desde allí atacar con garantías la cima del volcán más alto del mundo.
Llegado al campo base de "Tejos", acordaron iniciar el ascenso hacia la cumbre a las dos de la madrugada, pero el ambiente dentro del refugio era de preocupación por parte de los guías, y todos los miembros de las expediciones sabían que las condiciones no eran nada favorables para poder lograrlo, algo que ya se podía prever por parte de todos debido a que el mal tiempo mal tiempo no daba tregua alguna para poder conseguir la cima.
Al final la decisión pasaba por no arriesgar la vida de ningún alpinista y se abortó el intento a la cumbre de Ojos del Salado, donde una vez más la montaña, y solo ella, decide cuando se deja conquistar.
Es desalentador no poder hacer cumbre después de tanto esfuerzo y sacrificio, pero podemos estar bien orgullosos de poder contarlo y agradecer en persona todo el apoyo de familiares, amigos y patrocinadores, que una vez más nos han demostrado que la cumbre la conseguimos en el momento que volamos hacia tierras chilenas para disfrutar de esta maravillosa aventura y seguir haciendo carrera dentro del pequeño alpinismo ibense.
"El montañista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos lo soñaron" (Gastón Rébuffat)